El empate de la pasada jornada ante el Granada ha supuesto un nuevo jarro de agua fría para el Almería. Si había alguna esperanza de alcanzar la salvación, que se encuentra a 12 puntos, la misma pasaba por derrotar a un rival directo y lograr al fin la primera victoria de la temporada. Pero el calvario rojiblanco parece no tener fin.
Tras realizar cuatro fichajes en el mercado de enero, el club que preside Turki Al-Sheikh, que ya no descarta una venta de sus acciones, se ha instalado en el inmovilismo en lo que al banquillo se refiere. Se daba por hecho que Gaizka Garitano sería despedido. Pero el vasco continúa al frente y no son pocas las voces que le piden que dimita.
Pero el ex entrenador del Athletic Club no tiene intención de renunciar a su contrato. Porque, además, cuando llegó con el curso empezado, firmó por que resta de temporada y la siguiente. Y, como resalta La Voz de Almería, el club no incluyó una cláusula liberatoria en caso de descenso.
Con algunos jugadores sí se han llevado a cabo este tipo de operaciones, con cláusulas de penalización que reducen sus salarios en caso de que el equipo baje a Segunda división. Pero en el caso de Garitano, ese segundo año no es opcional, lo que tiene atado de pies y manos a la entidad.
Según el citado medio, desde las oficinas del Power Horse Stadium tratan de buscar alternativas para no tener que pagarle este año extra al técnico bilbaíno, pero lo cierto es que no encuentran ningún resquicio. No hay salida posible al respecto en el contrato, por lo que muchas voces consideran que se trata de un error de bulto por parte de los dirigentes.
Cuando se firmó a Garitano el pasado mes de octubre para sustituir a Vicente Moreno, tras un breve paso de Alberto Lasarte como interino, se pensó que era el técnico ideal incluso para comenzar un nuevo proyecto en la Categoría de Plata. Pero el paso de las jornadas y la falta de reacción, unida a problemas con algunos jugadores en el vestuario, han convencido a todos de que no será el entrenador del Almería el próximo curso.
De este modo, si no llega antes el despido que exige la afición, porque la dimisión difícilmente se producirá, el preparador vasco acabará la temporada y el club rojiblanco tendrá que pagarle todo un año de contrato para poder prescindir de sus servicios.