Apenas han pasado 14 meses desde que el añorado Yassine Bono se marchó del Sevilla FC, pues llegó a disputar la primera jornada de la 23/24 antes de marcharse traspasado al Al-Hilal saudó. Tampoco hace tanto que se fue. Sin embargo, ya se han ido la mitad de los compañeros que tenía en esa última cita. Ayer, sólo 10 de los 23 futbolistas citados por Xavier García Pimienta para el desastroso encuentro en Leganés habían coincidido con el portero marroquí, que se tragó el encuentro desde la grada de Butarque y que casi tenía más amigos en el vestuario del cuadro local (Marko Dmitrovic, Munir El Haddadi u Óscar Rodríguez). Eso resume un poco lo que pudo ver anoche el espigado meta, pues si bien los cambios son normales, no lo es tanto que todos sin excepción hayan sido a peor. Depresión galopante. Bono lo intentó, pero animar a sus excompañeros es tarea imposible.
Prácticamente, puede decirse que la visita de Bono fue lo más agradable de una enésima decepción de un equipo abroncado por la afición desplazada a tierras madrileñas que volvió a poner de manifiesto su absoluta inoperancia ofensiva, con cero tiros a la puerta de Dmitrovic, y que se quedó sin el premio de consolación del empate por el enésimo error grosero en defensa. Ante la Real Sociedad fue Marcao, esta vez le tocó a Agoumé y a ver quien sigue la lista en los choques venideros. Los rostros de abatimiento, incluido el del portero norteafriano, refutan que la depresión de ese vestuario resulta altamente contagiosa. El que pasa la puerta, pierde la alegría.
Las cámaras de los compañeros de Zona Mixta y de La Colina de Nervión captaron la imagen de Yassine Bono saliendo de los vestuarios de Butarque casi como un miembro más de la expedición nervionense. "Ojalá", exclamaban algunos aficionados nervionenses en redes sociales, y eso que el portero Álvaro Ferllo fue de lo mejorcito del Sevilla FC en la aciaga visita al feudo pepinero y está supliendo con garantías la ausencia por lesión del noruego Orjan Nyland, precisamente el elegido por Víctor Orta para suplir al primer y hasta ahora único meta de la historia blanquirroja que ha sido capaz de ganar el Trofeo Zamora al menos goleado de LaLiga.
Bono bajó al vestuario después del encuentro y estuvo intentando levantar los ánimos de sus compañeros. Era tarea imposible. De hecho, como se puede ver en el vídeo, el portero del Al-Hilal se fue igual de abatido y con gestos de frustración en sus conversaciones con canteranos como José Ángel Carmona e Isaac Romero. Está claro que le duele lo que ve, que le sigue doliendo lo malo que le pase a este escudo. Uno a uno, se fue despidiendo de la expedición sevillista antes de que sus miembros se montasen en el autobús. Luego, siguió su camino alejándose, en una metáfora perfecta de aquel Sevilla FC que hasta hace poco ilusionaba y daba alegrías. Una versión que, visto lo visto, todo apunta a que va a tardar mucho en volver.