El derbi hispalense trasciende el terreno de juego. Supera con creces el concepto desnudo de partido y esconde un sinfín de emociones e historias que lo convierten en el duelo cainita por antonomasia del fútbol español. Piques, familias 'enfrentadas' en el buen sentido por sus colores por mor de una dicotomía anclada en la idiosincrasia de esta ciudad.
Una de estas curiosidades afecta directamente al derbi de este domingo en el Benito Villamarín y tiene como protagonista, nada más y nada menos, que a Quique Sánchez Flores. Y es que existe un vínculo familiar entre el técnico sevillista y el Real Betis con su padre como nexo.
No en vano, como es sabido, Isidro Sánchez, padre del preparador blanquirrojo, militó durante numerosas temporadas en el club verdiblanco, más concretamente de 1956 a 1961, a caballo entre Primera y Segunda, y que participó en la goleada heliopolitana por 2-4 en el recién inaugurado Ramón Sánchez-Pizjuán.
Lateral, disputó un total de 74 partidos como bético y de la mano de Luis del Sol dio el salto al Real Madrid, donde estuvo desde 1961 hasta 1965, llegando a ser llamado por la Selección Española.
Por ello, la cita de este domingo tiene un significado especial para Quique más allá de lo que supone un partido de esta envergadura en Sevilla y más ante la oportunidad que se le presenta de dar un golpe en la mesa de cara a su futuro, porque, aunque todo apunta a que no seguirá, la salvación anticipada y un triunfo en La Palmera serían dos argumentos de peso para que en Nervión se plantearan seriamente su continuidad.
Además, se trata del primer derbi sevillano de Quique, muy vinculado desde pequeño a la capital hispalense, hasta el punto de que se da la curiosidad de que, aunque su padre jugara en las filas del Betis, el entrenador fue socio del Sevilla a los medios de la década de los 70, cuando, como apunta el periodista José Antonio Jiménez en Muchodeporte, estudiaba en el colegio Portaceli.
Por todo estas cosas, como ocurre con sevillistas y béticos, para Quique el del domingo es mucho más que un simple partido de fútbol y lo afronta con una especial ilusión y sin la presión que hubiera tenido en caso de no haber ganado los últimos partidos y llegado con urgencias clasificatorias. Su Sevilla solo tendrá la presión propia y obligatoria de ganar un derbi contra el eterno rival.