“Decidí darle -a Mendilibar- una gran oportunidad con José Luis Pérez Caminero para llevar al Real Valladolid. Fue muy exitoso, estuvimos poco más de 20 días juntos, no es gran cosa, pero puedo certificar que confié en su talento como entrenador. He podido hablar con él y le veo con el mismo mensaje directo, en este tiempo hemos hablado mucho, incluso hicimos una operación del Middlesbrough al Éibar -Kike García- y siempre hemos tenido una gran relación y le he considerado un buen entrenador", indicaba el nuevo director deportivo del Sevilla, Víctor Orta, en su presentación.
Mendilibar acabaría dirigiendo cuatro años al Valladolid y Víctor Orta llegando a Sevilla para 'aprender' de Monchi y crecer en la secretaría técnica. Siete años estuvo en la capital hispalense, donde sumó desde los despachos una Copa de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España. Y, tras eso, Zenit, Elche. Middlesbrough y Leeds United, donde ha estado los seis últimos años.
A lo largo de su trayectoria ha tenido aciertos y errores, como todos, pero han primado más los primeros o, al menos, se le ha recordado más por eso. Y no es fácil cuando tienes que hacer equipos para subir de categorías inferiores o mantenerse con algunos de los presupuestos más bajos de la categoría.
El Sevilla pudo dar fe de ello, pues se le encargó, en los dos años que el equipo de Nervión tuvo al final en Segunda división en la primera década de este siglo, hacerse cargo de él y traer jugadores con futuro que pudieran dar el salto al primer equipo. Ahí llegaron nombres como Perotti y Armenteros, o Fazio unos meses antes, aunque también otros que apuntaban mucho, como Sequeira, Pouga o Trecarichi, y que se quedaron en el camino. Pero pese a las dificultades, el balance fue positivo y la inversión salió rentable.
También participó en algunos de los fichajes más sonados de la primera época dorada, como Koné, el más caro durante muchos años, Kerzhakov o Keita de la mano de un Monchi al que apoyaba en su equipo de trabajo.
Tras su 'independencia', en un Zenit que ya tenía a Hulk o Witsel, logó añadir al venezolano Salomón Rondón, lograr la cesión del atlético Christian Ansaldi o el regreso del mejor jugador ruso de la época, Andrey Arshavin. Sólo fue un año en un equipo de Champions, pero la experiencia le curtió.
Y le ayudó a apuntar muy alto en su siguiente reto, el modesto Elche, con el que logró hace un equipo muy competitivo en Primera división, con fichajes como Jonathas, a Damián Suárez, a Enzo Roco, al internacional marroquí Fayçal Fajr o al croata Mario Pasalic, procedente del Chelsea. El equipo acabó en mitad de tabla, pero bajó en los despachos y él comenzó, en 2015, su trayectoria en el fútbol inglés, en el que ha estado los últimos ocho años.
Los dos primeros, en el Middlesbrough, con el que logró su último ascenso de la mano de Karanka y al que llevó, entre otros, a Christian Stuani, Adama Traoré, Amorebieta, Zuculini o Álvaro Negredo, cedido por el Valencia. Y los seis siguientes en un Leeds United al que devolvió muchos años después a la Premier League de la mano de Marcelo Bielsa.
Fueron años en los que disfrutó y se empapó del fútbol inglés. Y en los que adquirió el prestigio que le ha permitido regresar al Sevilla. En la Championsihip fichó, entre otros a los posteriormente internacionales ingleses Bamford o Ben White, y tras volver a la Premier con los Whites hace tres años, apostar por jugadores de peso como Raphinha, al que fichó por 19 millones, o Rodrigo Moreno.
Curiosamente, cuando más asentado estaba y, a priori, hizo mejor equipo con los fichajes del exsevillista Wöber, de Aaronson, de Tyler Adams, Marc Roca, McKennie, Kristensen, Sinisterra... el Leeds United ha acabado descendiendo. A esas alturas ya no estaba él en el club, ni tampoco Javi Gracia, el último técnico por el que apostó en la Premier.
No hacía falta tirar de datos para certificar que Víctor Orta está más que cualificado para dirigir una dirección deportiva de la exigencia que tiene la del Sevilla. Otra cosa será que pueda desarrollar, con el mercado en marcha, todo su potencial y que se le tenga la paciencia que con Monchi, por lógica, se habría tenido. De momento, su conexión con Mendilibar es un punto a favor.