El 0-3 con el que debutaba Quique Sánchez Flores en el Nuevo Los Cármenes se tornó enseguida en un espejismo. El Sevilla FC, lejos de mantener esa solvencia ante el Granada CF, caía en el aplazado ante el Atlético de Madrid (1-0) y arrancaba 2024 con un 0-2 frente al Athletic Club y una clasificación 'in extremis' en la Copa del Rey ante el Racing de Ferrol (1-2). Además, el Deportivo Alavés hacía 'sangre' en el Ramón Sánchez-Pizjuán (2-3), por lo que, con la necesidad añadida de rotar ante la plaga de lesiones, casi nadie daba un duro por los nervionenses en la eliminatoria de octavos de final en casa de un Getafe CF que, apenas un mes antes, había arrasado en la capital hispalense (0-3) para mandar a su casa a Diego Alonso. Sin embargo, aquel 1-3 en el Coliseum del 16 de enero, la primera actuación estelar de Isaac Romero (doblete para sellar el pase), propició que rebrotara la esperanza en el nuevo entrenador.
Con todo, el reformulado proyecto tocó fondo en Girona (5-1) y no hubo siquiera una alegría en el torneo del K.O., donde los colchoneros se llevaron el partido con apuros y polémica final. El siguiente 1-1 en casa frente al CA Osasuna supo a poco, llegando de nuevo el punto de inflexión en tierras madrileñas, las mismas donde el míster nació hace 59 años. A apenas 15 kilómetros del Coliseum, el 1-2 en Vallecas contra el Rayo dio paso al mejor mes del otrora lateral derecho en el banquillo, con un sistema híbrido (1-3-5-2 en defensa, 1-4-4-2 en ataque), mucha más seguridad defensiva y un solo traspié (1-0, sobre la bocina, contra el Real Madrid), más un empate a nada en Mestalla con el Valencia CF y dos victorias más, contra Atlético y Real Sociedad, para respirar, en teoría definitivamente, y alejar los fantasmas del descenso a Segunda.
Nada más lejos de la realidad, porque la involución regresó en casa del colista, la UD Almería, que iba camino de su primer triunfo del curso, pero ni la reacción tardía, materializada por Lukébakio y Ocampos, sirvió para salvar más que un punto, dejándose el Sevilla FC empatar en el 95. Luego, el RC Celta volteó igualmente el marcador en Nervión (1-2) y, con enfrentamiento dialéctico incluido entre el técnico y En-Nesyri, el equipo blanquirrojo se marchó al parón con pésimas sensaciones y la sospecha de que solamente lo malos que son los tres últimos ha impedido el descalabro. Ahora, con la continuidad de Quique más allá de verano prácticamente descartada, por deseo de ambas partes, el que fuera internacional español se juega no ya el medio plazo, sino terminar la temporada. Volver a ganar en Getafe este Sábado Santo es innegociable, perentorio como al Cádiz CF, ahora a seis puntos y marcando el descenso, le dé por ganar un día antes al Granada CF.
Debe haber, por tanto, una salida extraordinaria otra vez por Madrid de La Redención en clave sevillista (tras salvarse este Lunes Santo en las calles de Sevilla) para que las buenas palabras no devengan, valga de nuevo la paráfrasis, en un Beso de Judas de los que mandan, que no tienen ni mucho menos claro que Sánchez Flores, tenga firmado lo que tenga firmado, vaya a comandar el nuevo proyecto, como tampoco el propio interesado, pero que cruzan los dedos y rezan todo lo que saben para que el actual no toque fondo. De combinarse esos dos signos de la peor manera para los hispalenses, todo puede ocurrir. Como coartada, nuevo parón por la disputa el 6 de abril en La Cartuja de la final de la Copa del Rey entre Athletic Club y RCD Mallorca. Después, a los nervionenses les quedaría ir a Las Palmas, recibir a los bermellones, el derbi del Villamarín, ser anfitrión contra el Granada, ir a Villarreal para reencontrarse con Marcelino, que venga el Cádiz, visitar San Mamés y despedir en casa ante el Barça.