Probablemente hayas estado todo el día del viernes mirando en el móvil vídeo y vídeos del partido el Sevilla Fútbol Club y la Juventus, seguramente has visto los goles de Suso y Lamela una infinidad de veces, parando la jugada una y otra vez para analizar la reacción de cada jugador, del banquillo sevillista, la celebración de la grada pero todavía no lo has visto todo... Y es que no es para menos, hacía mucho tiempo que el sevillismo no podía vivir de esta manera una semifinal de la Europa League. La pandemia hizo que la de 2020 se tuviera que jugar a puerta cerrada y lejos de Sevilla y antes hay que irse hasta 2016 para vivir aquella ante el Shakhtar Donetsk...
Por eso la afición lo vivió tan a flor de piel. Desde el recibimiento al autobús a la llegada al Ramón Sánchez-Pizjuán, hasta dentro del estadio, donde miles de aficionados entraron con mucha antelación para empezar a animar ya desde el calentamiento de ambos equipos. Con la salida de Sevilla y Juventus al campo ya para empezar el partido se desplegaba el tifo desde Gol Norte. 'Nadie la quiere como nosotros', se podía leer y así lo demostró el Sevilla durante 120 minutos.
Porque si llamó la atención que tras su gol del empate, Suso se fuera rápidamente a coger la pelota en lugar de celebrar su gol, como si todavía fueran por debajo en el marcador, en el banquillo la celebración si fue completa. Jugadores saltando como locos, Mendilibar cerrando el puño, carreras por acá y por allá... Llegaba la prórroga y la afición no paraba de animar.
El gol de Erik Lamela volvió a llevar la locura a la grada de Nervión, su celebración, tirando agua de una botella la vio todo el mundo pero no lo que hizo a continuación hacia la grada de Gol Norte, llevándose las manos a sus partes en comunión con la afición mientras en el banquillo Ocampos acababa revolcado por el suelo... El final del partido dio lugar a la celebración sobre el terreno de juego. Ya era una realidad, el Sevilla lograba meterse en la final de la Europa League, la séptima de su historia.
Los futbolistas saltaron, bailaron y cantaron con la grada, se abrazaban y lanzaban gestos de rabia y euforia a la afición que tanto les había alentado desde bien temprano. En el vestuario, incluso, se descorchó alguna botella de champán siendo el instigador Marko Dmitrovic y los objetivos el vicepresidente Del Nido Carrasco y uno de los capitanes, Ivan Rakitic.