Sevilla
At. Madrid
Corría el minuto 69 de encuentro y el marcador reflejaba un 1-0 que se mantuvo, por suerte para los intereses nervionenses, hasta el pitido final. El autor de ese tanto, Isaac Romero, tuvo la sentencia antes del descanso, pero estrelló un cabezazo en el cuerpo de Jan Oblak y un derechazo, tras un mal control con la izquierda que se convirtió en una orientación perfecta para el pie contrario, en la misma cruceta. El lebrijano, que probó de nuevo los reflejos del cancerbero esloveno en la reanudación, fue el auténtico protagonista en ataque del Sevilla FC, merecido MVP de la contienda que permite a los nervionenses acabar con su peor racha en el Ramón Sánchez-Pizjuán (10 partidos seguidos sin vencer, como desvela el perfil especializado @LaLigaenDirecto). Aún dispondría el '20' de una oportunidad de oro para sentenciar y evitar tanto sufrimiento, pero Iglesias Villanueva no quiso ver nada en el área.
El atacante promocionado en enero del Sevilla Atlético le ganó la espalda, como tantas otras veces a otros compañeros, a Nahuel Molina, que le cargó de manera ilegal, pues no chocó un hombro con otro del blanquirrojo, sino que lo empujó cuando ya no tenía opciones de alcanzar el esférico. Isaac, más listo que el hambre, frenó lo justo con la posición conquistada para que su oponente le arrollase, pero el colegiado gallego indicó que siguiera el juego y se marchó del área más cercana al Gol Sur para evitar protestas. Suso Fernández se lo recriminó y vio amarilla, lo mismo que hizo con su linier el preparador físico local, Jordi García, quien sería expulsado en la banda. Lo extraño es que ni siquiera fuese revisado por el VAR, indicando rápidamente el árbitro principal que el juego debía continuar. Las repeticiones y la perfecta secuencia de nuestro compañero Alfredo de Anca (Lince Photo Agency) demuestran que se equivocó.
Según la normativa, bien aplicada por una vez, cuando la acción es dudosa impera el criterio del que juzga desde el césped, debiendo ser advertido y corregido en el caso de un error manifiesto. Como era éste, pues, empujón por detrás y carga ilegal aparte, Nahuel Molina contacta con su pie derecho con la misma extremidad de Isaac, por lo que la pena máxima se antoja incuestionable para ojos imparciales. Pues nada, al limbo. Afortunadamente sin trascendencia en el marcador por el 1-0 final, el penalti escamoteado demuestra que la visión de los responsables de dirigir los encuentros es cambiante y ambigua. Por ejemplo, hace 17 días y entre los mismos equipos, Hernández Hernández no tuvo problemas en llamar a Gil Manzano, que había decretado penalti de Pablo Barrios a Erik Lamela para que el extremeño rectificara y dejara al Sevilla sin una oportunidad de aferrarse a los cuartos de final de la Copa del Rey.
En la otra gran acción polémica del choque, en el minuto 58, el colegiado invalida, a instancias de su asistente, un tanto a Lucas Ocampos, que había conseguido batir a la segunda a un Jan Oblak que le desvió su primer lanzamiento a bocajarro, pero que nada pudo hacer con el segundo, ya a placer y sin portero, del argentino. En las repeticiones se demuestra que el ex del Marsella no se la lleva con la mano antes de remachar, aunque sí está en posición ilegal cuando recibe el pase en profundidad, por lo que, al menos en esa jugada, acertaron Iglesias Villanueva y sus dos ayudantes de campo. Como en cada acción que termina en gol, se revisó en la sala VOR, trazando las líneas Muñiz Ruiz para confirmar que habían acertado sus paisanos.