El Sevilla se desangra y no hay ningún médico en la sala. Ni en los despachos ni en el banquillo. El club se descompone institucionalmente mientras en los despachos andan más pendientes de no perder su cómodo sillón de piel que mirar por el bien del club, buscar un acuerdo y poner el foco en lo que de verdad importa a la afición, el éxito de su Sevilla Fútbol Club. En la tarde de hoy ha vuelto a quedar claro el camino de este equipo en LaLiga, eso de pensar en Europa fue muy bonito hace un mes pero Athletic Club, Real Betis y Atlético de Madrid le han dado un baño de realidad al más optimista, porque todo hay que decirlo, había quienes ni tras el triunfo en San Sebastián veían mimbres para conseguir algo más que la permanencia.
La afición no quiere a Junior, ni a Víctor Orta ni seguramente tampoco a José María del Nido Benavente y sueña con una ansiada tercera vía, llámese Antonio Lappi o Fabrice Pastor mientras ve como su equipo va por el mismo camino en lo deportivo que en lo institucional. La afición quiere cambios, quiere caras nuevas pero sobre todo quiere ganar, ganar cada domingo, cada miércoles o jueves, como se hacía no hace mucho...
El sevillista no puede olvidar su historia porque si la olvida se corre el riesgo de caer en la indiferencia y eso sí que es peligroso. Por eso mismo hoy ha habido más ruido de lo habitual antes, durante y tras el partido ante el Atlético de Madrid. La afición está cansada, sobre todo porque incluso con el 1-0 de Agoumé sabían que el partido era muy largo y temían un final como el que se ha dado.
El equipo está cogido con alfileres, no hay sitio para la virtud ni para la magia, en cuanto algún futbolista intenta hacer algo que se sale del guion al sistema se la ven las costuras, sufre una barbaridad arriesgando desde atrás y cuando lo hace bien, hasta el mejor (Badé) comete errores. El equipo es el que hay, que no es peor que el del año pasado, pero tampoco como para luchar por Europa, aunque este año esa puerta se abra hasta para el octavo clasificado. Se está perdiendo una oportunidad de oro para volver a Europa tan sólo un año después, que parece que fue hace un mundo, y reconstruir de nuevo al Sevilla de años atrás.
El entrenador tampoco da para más. Es decir, hace lo que puede con los mimbres que tiene pero no conecta con la afición y parece que cada vez lo hace menos con el vestuario. Quizás sea algo psicológico, algo de 'feeling' y no tanto de fútbol, al menos, para ir con más puntos de los 36 en los que lleva anclado un mes. García Pimienta tuvo dos semanas para preparar un derbi sin plan B.
Hoy ha vuelto a tener toda una segunda parte para ganar en casa ante un Atlético en teoría más cansado tras jugar entre semana pero los que parecían que habían jugado ante el Barça el pasado miércoles eran los sevillistas, pero eso sí, en rueda de prensa habla muy bien, no como José Luis Mendilibar, o como Quique Sánchez Flores, que tuvo el arrojo de decir las cuatro verdades dentro del vestuario y hablar claro ante la prensa.
Eso no gusta en este Sevilla, mejor un traje de chaqueta bien planchado en el palco que un chándal en el banquillo del Sánchez-Pizjuán. Ahora, la afición busca en el calendario dos partidos donde sumar seis puntos para dar carpetazo a la temporada y al menos, dejar de pensar en el fútbol por un tiempo, pero hay que encontrar esos dos partidos...
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