Alejandro 'Papu' Gómez fue sancionado hace un mes con dos años de inhabilitación, que terminan el 18 de octubre de 2025, y 9.000 euros de multa por el consumo de una sustancia prohibida, la terbutalina, durante su etapa en el Sevilla FC. El ahora jugador del AC Monza italiano, sorprendido en un control sorpresa durante un entrenamiento el noviembre de 2022, alegó que había tomado accidentalmente un jarabe para la tos prescrito a su hijo pequeño, abriéndose entonces una investigación que no le impidió disputar y ganar el Mundial de Qatar con Argentina, así como luego una Europa League con los nervionenses, rescindiendo a finales del pasado verano con un año de contrato por delante. La exclusiva, desvelada por los compañeros de 'Relevo', viene ahora a completarse con la información de que el mediapunta intentó librarse del castigo acusando a su mujer.
Y es que, pese a que el Terbasmin y sus otras variantes incluyen el principio activo vetado por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) dentro y fuera de la actividad competitiva, existe una "justificación excepcional" que debe probarse convenientemente. En su artículo 10.5, el Código Mundial Antidopaje especifica que no puede sancionarse un deportista si la contaminación se produce por intervención de otra persona de su entorno, lo que daría lugar a una ingesta accidental, por lo que el ex del Atalanta culpó a su pareja, Linda Raff, de la elección del medicamento en la primera de sus seis alegaciones ante la CELAD (Comisión Española de Lucha Antidopaje), que desmontó su teoría aseverando que no se trataba de un alimento o de una bebida, sino de un producto médico que el Papu debió revisar y comprobar antes de tomar aquella cucharada que tan caro le ha costado.
"Lejos de mostrar ausencia de culpa, revela una falta evidente de las precauciones normales y exigibles a un deportista profesional de primer nivel, lo que merece la calificación de negligencia grave", apuntaron las autoridades, que mantuvieron una dura sanción que prácticamente supondrá la retirada del argentino, que cumplirá 36 años el próximo mes de febrero y no podría volver a los terrenos de juego hasta casi los 38. Su agente y él mismo negaron la ventaja que les habría otorgado la terbutalina y, aparte de condenar cualquier práctica ilegal, redundaron en la accidentalidad y la fatalidad del suceso, disculpándose y anunciando que agotarán todas las vías legales para reducir un anular la suspensión de dos años, la mayor que se recuerda desde hace muchos años de este tipo en el mundo del fútbol y que no generará consecuencias para los combinados cuya camiseta defendió desde que se produjo el hecho denunciado.