Cuando Víctor Orta desembarcó en la secretaría técnica del Sevilla FC (2006), la figura de Dani Alves ya era toda una realidad en Nervión. No en vano, dos años después, el FC Barcelona pagó 35,5 millones de euros por un atípico lateral derecho que había supuesto a los blanquirrojos poco más de un millón (500.000 por año y medio de cesión y 550.000 de traspaso). Aunque todo pasaba entonces por Monchi, el descubrimiento se le atribuye con razón a Antonio Fernández, que llegó a poner su cargo a disposición de José María del Nido padre cuando éste le preguntó, mientras buscaba talentos en el campo del Guadalcacín, si estaba seguro de apostar por un defensa enclenque y semidesconocido que militaba en la Série B brasileña. Al jerezano le encantó en un Sudamericano sub 20 cuando todavía no estaban minados de ojeadores y, con tan poco margen de reacción (al borde de un 'deadline'), su paisano confió en él y el presidente, comprometidos su trabajo y su palabra, también.
El resto es historia. Dejando a un lado el triste desenlace extradeportivo, el de Juazeiro ha sido uno de los mejores de la historia en su puesto. Y eso que en muchas ocasiones parecía más mediocampista que zaguero. Alves fue pionero en lo que esta última década se ha venido a llamar laterales interiores, fruto de la continua evolución en una demarcación que ha albergado carrileros por la necesidad de que los que antes se limitaban a taponar a los extremos se impliquen en labores ofensivas y, más recientemente, lateral a pie cambiado para contrarrestar lo de los atacantes que se proyectaban por dentro con diagonales y, de paso, generar superioridades. Como en muchas otras evoluciones, Guardiola ha tenido gran culpa de este fenómeno (Joao Cancelo, Danilo, Lahm, Alaba...), multiplicado en las cinco grandes Ligas (Dalot, Livramento, Ryerson, Dest, Samu Lino...). También en la antesala de los laterales interiores, el interior lateral (Kimmich y ya luego Zinchenko, Sergi Roberto, Henrichs, Delph, Saúl...).
La clave estaba en encontrar elementos técnicamente dotados para la elaboración desde atrás, pues, en cuanto muchos copiaron la salida lavolpiana y dieron protagonismo a portero y centrales en el inicio de las jugadas, la presión se centraba en estas figuras. El lateral, ya en el ideario del argentino que triunfó en México, adelantaba su ubicación hasta la parcela ancha, por lo que en el fútbol moderno se ubicaban 'jugones' por fuera o, directamente, se encomendaban a los que ya existían en el costado labores ofensivas. Como se ha explicado, mucho antes del 'guardiolismo', Dani Alves sorprendía a propios y extraños, incluso al propio Joaquín Caparrós, soltando amarras para ofrecerse a los Casquero, Torrado, Víctor Salas y compañía para asociarse o buscar a Toedtli, Moisés o Antoñito. Una excentricidad de la que el bahiano hizo arte como culé, ya con Pep como director de orquesta, quien le buscó un colaborador necesario: Leo Messi.
Dos décadas largas después, el lateral interior ha evolucionado y, aunque no todos, empieza a ser utilizado por muchos técnicos. Quique Setién lo hizo en el Real Betis con Francis y García Pimienta lo probó a menudo en la UD Las Palmas con Sergi Cardona. Además de fijar a un rival y moverlo de sitio, dejando espacio libre para el extremo tanto para que éste corra como para que reciba el pase de su central con menos oposición, se generaban superioridades por dentro. Nada más aterrizar en Nervión, el catalán convirtió a Adrià Pedrosa no ya en extremo, sino en un interior, decisivo por su cambio de ritmo y pase para desequilibrar defensas contrarias, pudiendo desbordar por fuera o por dentro. Sin tanto acierto ni colaboración del interesado, seguramente por un contexto tan negativo, lo bosquejaron Jorge Sampaoli y Diego Alonso con Marcos Acuña. Pero, ahora, Orta ha puesto a disposición de su entrenador al carrilero ideal para esta encomienda: Valentín Barco.
El mapa de calor que ofrece una de las páginas especializadas en los análisis táctico y estadístico, Sofascore, desvela sin discusión la masiva presencia del 'Colo' en parcelas interiores. Y, aunque es justo reseñar su grosero error de marca en el 0-1 de Iván Martín ante el Girona FC, el argentino hizo muchísimas cosas bien en su estreno con el Sevilla FC. Para otra referencia en el sector, WhoScored, fue el mejor de los locales (con una nota de 7.12) y el tercero de todo el encuentro (tras los visitantes Bryan Gil y Alejandro Francés). Debe mejorar en muchos aspectos (un solo regate completado de seis intentados), pero solamente Isaac Romero (5) disparó más que Barco (3), que fue el nervionense que más pases claves (servicios inmediatamente anteriores a un tiro) dio (4), con un acierto global no muy alto (83%), explicable por el riesgo que asumió (90 toques al balón, más que ningún compañero, con 21 pérdidas). Eficaz en defensa (líder en tackles, con 6, y cruces, con 10 duelos terrestres ganados de 17, más una intercepción), provocó tres faltas y no cometió ninguna. Una carta de presentación, pese al referido fallo, digna de consideración en pos de ese lateral interior.