Aunque ya se conocía de forma interna desde que casi tuvo lugar el percance, el ahora jugador del Real Betis Isco Alarcón se encargó de confirmarlo en una reciente entrevista con Marca. En ella, el futbolista de Arroyo de la Miel hizo público que el entonces director deportivo del Sevilla, Monchi, lo había cogido del cuello en el rifirafe que fue el detonante de su desvinculación del club sevillista pocas semanas después.
La entrevista llegó días antes de que confirmara su fichaje por el club bético, con el que debutó esta pasada madrugada en San Francisco ante la Real Sociedad y de que regresara, por tanto, a Sevilla. Y no tuvo respuesta hasta hace un par de días por parte del ahora ejecutivo del Aston Villa.
Tuvo lugar en otra entrevista en el mismo medio. Monchi, ahí, trató de pasar por encima del tema y dijo que no le había dado importancia a las palabras de Isco Alarcón, algo que, según reconocía, tal vez no habría podido evitar hacerle frente si aún estuviera en el Sevilla. "Cada uno somos dueños de nuestras palabras y nuestros silencios. Si él creyó oportuno contar eso sus razones tendría. Yo no perdí ni un segundo", afirmó el León de San Fernando.
Con eso parecía zanjado un 'culebrón' del que se viene hablando desde diciembre. Sin embargo, la pareja del futbolista malagueño, Sara Sálamo, ha querido contestar a lo que parecía ser el punto final de Monchi con unas duras acusaciones. Muy activa en las redes sociales, la actriz e influencer canaria echó más leña al fuego en su perfil de Twitter con estas palabras:
“Igual lo de restarle importancia a una agresión es de ser... Pues como tú eres.
Igual mi respuesta también te pone violento… (Espero que ahora sepas controlarte).
Igual deberías aprender a replicar de otra forma cuando escuchas algo que no te gusta.
Eres el ANTIDEPORTE".
Poco después de ello y de decirle que habría sido mejor que se disculpara en esa entrevista, su cuenta dejó de estar visible.
No habrá, por tanto, respuestas y, previsiblemente, Monchi dejará pasar el asunto. Pero lo que está claro es que la herida no quedó cerrada y, tal vez, aún no hayamos vivido su último capítulo. Al menos, no tendrá la intensidad que habría tenido de haber seguido ambos en Sevilla y, ahora, en ceras opuestas.