Nervión tiene un nuevo ídolo: Dodi Lukébakio. El atacante ha caído de pie, como suele decirse, en el Sevilla FC, necesitado de futbolistas con ese vértigo en todo lo que hace. Como Sow, el belga se ha ido ganando poco a poco a José Luis Mendilibar, especialmente tras anotar el gol del triunfo, a la sazón primero de la temporada en blanquirrojo, ante la UD Las Palmas. Lo hizo saliendo desde el banquillo y remachando un despeje del hasta entonces inabordable Álvaro Valles a cabezazo de En-Nesyri. Volvió a tener unos minutos como suplente frente al RC Lens en Champions League y estrenó titularidad en Pamplona, aunque esperó a repetir en el Ramón Sánchez-Pizjuán y en LaLiga ante la UD Almería para sacar todo su arsenal. El oriundo de la República Democrática del Congo anotó el 2-0, vio cómo Luís Maximiano le sacaba una media chilena a bocajarro y cómo Cuadra Fernández le anulaba un tanto por un manotazo previo a Pozo, además de iniciar la acción del 4-0 con una cabalgada.
Aun así, el extremo procedente del Hertha de Berlín es modesto y, en declaraciones a Movistar Plus, considera que dista mucho de ser el jugador más determinante del equipo. "¿La gente dice que soy la estrella del equipo?", preguntaba ante la cámara con cara de sorpresa antes de apuntillar: "Rakitic es la estrella, Sergio Ramos es la estrella, Jesús Navas es la estrella. Todos esos jugadores, pero yo acabo de llegar y no me considero una estrella". Un ejercicio de modestia que honra y agranda la figura de Lukébakio, llamado a ser ese jugador eléctrico y vertical que precisaban los nervionenses tras la marcha de Bryan Gil. Con Ocampos y Lamela, el míster de Zaldívar ve más o menos cubierta esa carencia detectada en la plantilla, habida cuenta de que Januzaj, que se ha quedado por la imposibilidad de encontrarle destino, apenas cuenta, aunque la goleada a los indálicos le dio algunos minutos el domingo.
Un empate en sus últimas catorce visitas (1-1 en la 20/21, con tantos de Coutinho y Luuk de Jong) es el único bagaje positivo del Sevilla en sus últimas comparencias a domicilio ante el FC Barcelona, al que no gana de foráneo desde 2002. El 15 de diciembre de ese año sumó su sexto y último triunfo liguero en terreno culé, un 0-3 con gol de Casquero y doblete de Toedtli. Y eso que la primera visita blanquirroja al Barça, en la temporada 1934/1935, se saldó con un triunfo por 2-3, al remontar los dos tantos de Cortón y el de Guillermo Campanal la doble ventaja que habían adquirido los locales gracias a Ventolrà y Escolà. El de este viernes será el 80º encuentro liguero entre estos dos contendientes en la Ciudad Condal y el balance hasta ahora es demoledor: 61 victorias del Barcelona (76%), doce empates (16%) y los referidos seis triunfos (8%) sevillistas.