Antonio José Medina7 min lecturaSi Julen Lopetegui ya sorprendió en Cornellá con una defensa formada por dos canteranos, sin Navas ni Montiel en el lateral diestro o con En-Nesyri jugando los 90 minutos... Se intuía que, en parte, también sería pensando en rotar para la Champions League, pero lejos de eso, repitió a tres de los defensas -sólo cambió a Acuña-, hizo lo propio con los tres de ataque y sólo varió la entrada de Delaney y Rakitic por Jordán y un Oliver Torres que no está inscrito en la Champions.
Pero para sorpresa, la de la portería, en la que por primera vez en Champions League aparecía Marko Dmitrovic, quien nunca había jugado en esta competición.
El Sevilla empezó dominando y teniendo el balón ante un Copenhague replegado y que no quería arriesgar su portería, con Lamela, José Ángel Camona e Isco muy activos. Pero poco a poco fue reaccionando el equipo local y acabó obligando a Dmitrovic a ofrecer su mejor versión.
Aunque el arranque de la segunda mitad se vio a un Sevilla con buenas sensaciones, le faltaba tener el control del partido. Lopetegui trató de recuperarlo con el Papu y Jordán por Delaney y Rakitic. Y lo logró, pero pese a que cambió toda la delantera en los últimos minutos dando entrada a Dolberg, Suso y Januzaj, el rival se replegó, dio por bueno el empate y ya no encontró espacios.
Seguro en la primera que le llegó. Gran parada a falta de Vavro en la segunda... y una muestra continua de saber estar. No notó que era su primer partido en Champions.
Cometió errores, algo lógico por su edad y por su falta de experiencia, pero fueron muy superiores sus aciertos. De entrada, casi marca tras un recorte espectacular en el área contraria. Luego, dejó solo a Rakitic, para que el croata lanzara alto. También tuvo un remate de cabeza en el que estaba muy solo, pero que le llegó muy forzado. Se equivocó al final de la primera parte en una contra que podía haber dejado solo a En-Nesyri... Casi se podría decir que estuvo en todas. En defensa se mostró seguro, pese a que le tocó tratar de parar al siempre desequilibrante Daramy.
Era la voz de la veteranía atrás y la aportó. También, salida de balón, que le permitió a su equipo no sufrir cuando el Copenhague presionaba muy arriba la salida del equipo nervionense.
Partido muy completo del canterano, que no notó su bisoñez en esta competición. Apenas fue noticia, lo cual es muy positivo.
Gran penetración de inicio, que a punto estuvo de acabar en gol. Luego, la mayoría de los ataques sevillistas llegaron por el otro costado. El Sevilla sí aprovechó su magnífica pierna a balón parado, pero no encontró rematadores.
Otro gran esfuerzo del brasileño, que estuvo en todos lados y evitó que el Sevilla sufriera en defensa y sus rivales llegaran con ventaja a los últimos metros.
Regresaba el danés a un estadio en el que ha jugado muchas veces como local y eso le motivó, aunque el partido fue en ningún momento apropiado para sus cualidades. El danés apareció más en el arranque de la segunda mitad, aunque faltó tranquilidad para aprovechar alguna de las combinaciones en las que participó.
Muy activo, aparecía en todos lados. Se mostraba siempre, especialmente a Isco; y conectaba muy bien con José Ángel. Le faltó contar con alguna opción clara para haber tratado de finalizar alguna de las opciones de ataque.
Tuvo la mejor oportunidad del Sevilla en la primera mitad. Pero tras el pase de José Ángel, que le dejó solo, se le fue alto. Poco se le pudo ver a partir de entonces. El Sevilla perdió el dominio y su técnico buscó jugadores con otras características.
Omnipresente en ataque. Partidazo el suyo. Fue el sostén del equipo en ataque y, en los primeros minutos tras la entrada del Papu Gómez, demostraron lo mucho que pueden ofrecer cuando se entiendan. Su esfuerzo fue mayúsculo y se tuvo que retirar rendido.
Pierde en un mano a mano con el portero en la única ocasión que tuvo en todo el partido. Luchó y se desfondó, como siempre, pero sigue faltándole finalizar algún ataque.
Su entrada coincidió con los mejores minutos del Sevilla, en los que el equipo de Lopetegui recuperó la pelota y, si bien no tuvo demasiadas ocasiones, al menos tampoco sufrió.
Lo primero que hizo fue ver una amarilla por, supuestamente, simular un penalti. Dio lo que Loeptegui quería, consistencia en el centro del campo, en el que se había perdido el rumbo.
Entró también en los últimos minutos para buscar más profundidad desde la derecha, pero se encontró con un Copenhague muy replegado, que apenas le dio opciones para encontrar espacios.
Regresaba el danés a su país para jugar, esta vez, como visitante. Era un buen lugar para haberse estrenado, pero no tuvo oportunidad.
Entró por Isco, muy cansado, en los últimos minutos y apenas pudo tocar un par de balones.