Aitor Torvisco10 min lecturaSaber que visitaba al RCD Espanyol en el filo de navaja no intimidó lo más mínimo a Julen Lopetegui. Más bien lo contrario, aprovechó que ese metafórico escrito de culpa ya redactado contra él para liberar a sus jugadores de la presión y arriesgar en el once del Sevilla FC con una defensa tan sorprendente como probablemente justa. Carmona volvió a ser titular, esta vez como lateral derecho, y el también canterano Kike Salas en el eje junto a Gudelj. Muy bien ambos, sobre todo José Ángel, asistente y bigoleador.
Banquillazo para Nianzou y Rekik, así como Montiel y los dos capitanes presentes en el cónclave del miércoles, Navas y Rakitic. Fernando, Jordán, Óliver Torres y En-Nesyri fueron las otras novedades en un once con cinco cambios con respecto al del 0-4 contra el City. Sólo repitieron de inicio Bono, Carmona, Marcos Acuña, Gudelj, Lamela e Isco, esta vez integrado en la segunda línea tras la fallida prueba del martes como 'falso 9'.
Lamela jugaba casi delantero, en parelelo con En-Nesyri, con ambos muy abiertos para facilitar ataques veloces y situados por delante de una especie de rombo con Jordán y Óliver de volantes. Isco partía desde la mediapunta pero gozaba de total libertad de movimientos para estar en permanente contacto con el balón, manejar el ritmo, generar superioridades y filtrar pases siempre buscando agilizar la salida y ser más veloces en ataque.
Así se adelantó a los 47 segundos y generó mucho peligro a un Espanyol que reaccionó al tempranero 0-1 con minutos de acoso sin efectividad y que se vio con 0-3 a pesar de llevar la iniciativa casi todo el primer acto. Sólo marcó de penalti al filo del descanso, al que se llegó con 1-3. La idea de Lopetegui era dormir el partido y que no sucediese nada relevante, pero el gol de Braithwaite, la expulsión de Lamela, el mareo de Fernando y los 11 minutos de añadido convirtieron el final del encuentro no apto para cardíacos.
Así jugaron, uno a uno, los futbolistas del Sevilla FC en el encuentro de este sábado contra el RCD Espanyol, correspondiente a la jornada 5 de LaLiga 22/23 en Primera división:
Providencial hasta en los días con poco trabajo. Salvó el 1-1 con un paradón al zapatazo desde la frontal de Braithwaite, a quien también obligó a dispararle dos veces en la acción del 2-3. Antes, adivinó, tocó y estuvo a punto de parar el penalti lanzado por Joselu. Calmado en el juego de pies, a veces más de la cuenta.
Repitió como titular tras salir contra el City y en media hora ya había abrumado con argumentos a su favor. Expeditivo y sobrio en defensa, atrevido para irse arriba y sobrado de carácter en todo el campo. Con las tablas de un veterano, asistió a Lamela en el 0-1, se estrenó como goleador con el 0-2 y demostró el significado del 'Nunca te rindas' con el 0-3. En la segunda parte buscó el 'hat-trick' con una plástica internada rubricada con una bicicleta y un zapatazo desviado.
Asumió el papel de central veterano, dando serenidad a sus jóvenes compañeros. Aseado en la salida, asumió riesgos recibiendo la pelota de espaldas y aguantando la presión alta del Espanyol para buscar vías limpias.
Se estrenó como titular en LaLiga con poso de veterano. Estaría nervioso, porque es lo normal, pero no se le notó lo más mínimo. Valiente en los duelos -especialmente dominador por arriba- y para salir de su zona cuando le tocaba saltar la línea. Incluso se permitía dar órdenes a compañeros que podrían ser sus padres. Se fue acalambrado y con hielo.
Por fin dejó ver a esa versión ultracompetitiva del 'Huevo', inarbordable en el uno contra uno e incisivo en sus internadas. Provocó el córner del 0-2 y también lo colgó al área para el cabezazo de En-Nesyri y el posterior tanto de Carmona. Amonestado al filo del descanso por una mano en el área que supuso el penalti del 1-3, transformado por Joselu.
Le llaman el 'Pulpo' pero no puede hacer su trabajo, el de Koundé, el de Diego Carlos y el del resto de mediocentros. Si, como este sábado, tiene ayuda de sus compañeros y estos mantienen orden e intensidad, el brasileño encuentra su hábitat natural: 'coche escoba' que no llama la atención pero lo barre todo y no deja nada suelto. Terminó mareado, haciendo un esfuerzo para no dejar al equipo con 9.
El partido comenzó mal, pues una pérdida en la frontal de su área casi se convierte en el empate en el 6'. Sin embargo, el catalán no cogió miedo y nunca dejó de ofrecerse. A partir de ahí, se rehizo, encontró vías para correr con primeros pases muy agudos y lo intentó con una conducción por dentro y disparo desde la frontal. Pidió el cambio y se fue acalambrado.
Abrió el marcador a los 47 segundos con lo que más necesita este Sevilla FC: zancada, desborde y definición. Incisivo en sus desmarques, talentoso escondiendo el balón y tremendamente comprometido en las ayudas a Carmona. Se excedió a la hora de meter el pie, hizo tres faltas de amarilla y, tras librarse en primera instancia, fue expulsado y dejó con 10 al equipo en pleno acoso local.
Será que está acostumbrado a vivir bajo máxima presión después de nueve años en el Madrid con muchas críticas y momentos duros. El balón no le quema, se permite recursos plásticos en fases de tensión y es un gran dinamizador cuando el equipo logra llegar a tres cuartos de campo. Sabe cuándo correr, cuándo parar, cómo proteger...
Muy inteligente y con mucho fútbol en su cabeza, tiene una intuición especial para darle a la jugada lo que el partido pide. No le quema recibir rodeado de contrarios, siempre la da en ventaja sin rifarla y se mueve con mucho tino sin balón.
No para de trabajar, ayuda en defensa, tira desmarques, arrastra marcas... Tácticamente cumplió a la perfección... pero no da una. Sigue exasperando esa dificultad que encuentra para controlar pases sencillos y que le dejan en ventaja. Para colmo, cuando ejecuta bien, se encuentra con el portero (tres paradones de Álvaro, dos en la primera mitad y otro en el 86').
Atrevido en el once, demostró tener esa fuerza que aseguró en rueda de prensa y tiró por los que consideraba que darían la cara por él y por el equipo. Constantemente corrigiendo a los suyos, pero hiératico en los goles, sin mueca alguna de alegría. La apuesta por los canteranos y la confianza en Isco le dan para encontrar una primera piedra sobre la empezar a reconstruir su desmoronada muralla. Eso sí, aún debe trabajar mucho en defensa y en personalidad, pues ni con un 0-3 se libró de sufrir.
Un par de arrancadas por la izquierda del brasileño fue de lo mejorcito del segundo tiempo del Sevilla, mucho menos vistoso y con más sufrimiento que el primero.
Aportó calma en unos minutos de constantes centros al área de un Espanyol volcado.
No se complicó en una fase de acoso local. Balón que le llegaba, balón que despejaba sin contemplaciones.
El contexto no le dejaba espacio para brillar y se tuvo que tirar el ancla y afanarse en defender con toda la banda derecha para él tras la expulsión de Lamela.
Salió por el sobrecargado Jordán para intentar recuperar la pelota y hacer eso que muchas veces se le critica: dormir el juego, tocando y tocando sin correr el más mínimo riesgo. La expulsión de Lamela se lo puso difícil.