Lloró más En-Nesyri después de marcar que cuando tuvo que retirarse lesionado, tras haber aguantado sólo 24 minutos sobre el terreno de juego. Salió el marroquí por Dolberg en el descanso para demostrar a Sampaoli que hay mejores apuestas que el 'falso 9' y que el danés o Rafa Mir no tienen por qué estar delante de él. Había mojado a principios de mes contra el Dortmund en la goleada que costó el puesto a Lopetegui, pero pare usted de contar. Esta vez, peinó un centro del Papu para abrir el marcador. Valió de algo. De mucho, en realidad, porque la lata del Copenhague no sólo se antojaba resistente, sino dispuesta a ser dada en la meta contraria.
La grada del Ramón Sánchez-Pizjuán pasó en menos de dos horas, contando el descanso, por todos los estados de ánimo. Ni la hora intempestiva de un día laborable ni la escasa entidad del rival frenaron a los más de 28.000 sevillistas que dieron calor a una cita para el ser o no ser de ambos en Europa. Porque los otros 1.400 largos eran daneses, incombustibles a la hora de hacerse oír. La 'Bombonera' cumplió con su parte, tratando de llevar en volandas a los suyos, pero la primera parte resultó descorazonadora. Si no es por Dmitrovic, de hecho, el marcador habría sido en contra. Algunos pitos, pero contención en el intermedio. Recelo, claro, porque este Sevilla no es el fiable de antaño, el de casi siempre.
En la reanudación, el palo y de nuevo el meta serbio aflojaban la corbata, que apretó un poco el árbitro al ver un empujón de En-Nesyri a Claesson más determinante que la mano posterior dentro del área del sueco. Jueguen. Y los nervionenses jugaron. Isco despertó, el Papu se centró en lo suyo y hasta Montiel, como ante el Madrid, parecía olvidarse de la fragilidad anterior para convertirse en un lateral fuerte y con visión ofensiva. El de Arroyo de la Miel se sacó de la chistera la sentencia, después de que el larguero colaborara con la causa. Sampaoli no paraba quieto, aunque seguramente no se siente ni en su casa. Lo protestaba todo, animaba a su plantilla y, en cierta forma, le daba en forma de nervio el aire que les faltaba. El 'Cachete' se sumó a la fiesta, ya absoluta en Nervión, donde la euforia, por primera vez esta temporada, se dio rienda suelta a sí misma. Que sea una de muchas.
Sufrimiento, alegría y éxtasis en las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán.