La melancolía se adueñó esta tarde del barrio de Nervión. No era una tarde singular ni mucho menos y eso se palpaba en el rostro triste del sevillismo. Este navideño sábado de diciembre quedará grabado en el calendario por ser el de las últimas galopadas de Jesús Navas en el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, ante el Celta de Vigo. Una jornada para el recuerdo que enterneció hasta el último de los afortunados en presenciar el adiós de una Leyenda. Fueron muchos los que crecieron viéndole crecer, como también los que envejecieron viéndole envejecer. Un día difícil de asimilar, incluso para Alejandra, su mujer, que atendió amablemente a este medio a pesar de sus “nervios”. También un antiguo compañero del ‘16’ con el que tocó la gloria. Tomás Vaclík, meta que defendió la portería blanquirroja durante tres temporadas, y que tampoco quiso faltar a la cita.
Como el corazón del protagonista, rojo y blanco fue el pasillo que conformaron los jugados del Celta de Vigo y del Sevilla FC en los prolegómenos del encuentro. Un túnel de respeto hacia un Campeón del Mundo al que se sumaron Iago Aspas y todos los componentes del vestuario celeste. Ese camino, que el de Los Palacios realizó de la mano de sus dos hijos, condujo hacia un altar ubicado en el centro del campo de su hogar, donde se disponían todos los títulos que un día levantó con el club de sus amores. Títulos de UEFA Europa League, Copas del Rey, Supercopa de España o de Europa en sus vitrinas.
Fue allí delante de todo un estadio a rebosar, ambientado por la una fiesta que en Gol Norte presidía un tifo con imágenes del ‘Duende’ en su juventud y ahora a la ‘vejez’ (si es que verdaderamente se pudiera decir que para él también pasan los años). Y aquí, un nudo en la garganta de Navas se cristalizó en llanto. Así lo captaron las cámaras de ESTADIO Deportivo, en un momento emotivo, motivado por la ovación de sus hinchas y por las muestras de cariño de sus dos hijos.
Protagonizado el duelo ante el Celta de Vigo por su despedida, a expensas de lo que pase en el Santiago Bernabéu, el factor emocional fue secundado durante la mañana por la suspensión a Juanlu, Carmona e Isaac Romero. Esto obligó a Pimienta a activar un Plan B en el que el palaciego también cobraba protagonismo desde la titularidad, aunque fue Gonzalo Montiel el encargado de proteger su banda. Así, fue desde el extremo, la posición donde esta trayectoria de ensueño que hoy termina comenzó, el puesto ocupado para un último baile de sacrificio y entrega.
Corrió y corrió Jesús haciendo dudar a muchos de si se trataba del día de su debut o de despedida. Sin ahorrar ningún tipo de esfuerzo, como siempre lo hizo. Era tal la emoción que en el minuto ‘38’ de partido sufrió un golpe y entraron las asistencias. No obstante, el corazón le empujó a seguir jugando.
En la segunda mitad, celebró el gol de Manu Bueno como si fuera suyo. Dando ejemplo hasta su último segundo sobre el campo. Abrazado a él, se acercaron a Gol Sur a celebrar con los aficionados sevillistas.
En el minuto 70’, el turno de su adiós. Nadie estaba preparado para ver el último sprint de Jesús. Derrumbado, fue sujetado por las muestras de cariño de sus aficionados y por el calor de sus compañeros. Acto seguido, el de Los Palacios se arodilló sobre el césped y lo besó en señal de respeto. Entregó entonces el brazalete a Gudelj, el segundo capitán, y se marchó hacia el banquillo en volandas con la ovación de una hinchada que le ha colocado en el olimpo de sus dioses, con un hueco en la memoria entre José Antonio Reyes y Antonio Puerta, sus dos grandes amigos.