Antes de elogiarlo ("es de esos jugadores a los que quieres llevar a casa por cómo se entrena"), Lionel Scaloni le mandó un mensaje claro: "Aunque él es un caso especial, a partir de ahora necesitaremos que todos jueguen en sus equipos y decidiremos por el nivel futbolístico de cada uno". Y Gonzalo Montiel no juega en el Sevilla FC casi nada. El excelente nivel de José Ángel Carmona se lo está impidiendo y no tiene pinta de que vaya a cambiar García Pimienta de parecer, por lo que más le vale dejar de bloquear continuamente su salida. En Nervión lo consideran ya amortizado y, aunque pelean que alguien pague lo que las webs especializadas consideran que es su valor de mercado (unos nueve millones de euros), casi que se conformarían en enero con los 3,3 de su amortización pendiente. El problema, quizás, es que el lateral derecho desea seguir en Europa y conservar un caché que ya no le pagan.
Indiscutible en la selección argentina hasta la fecha, el 'chollo' se le puede acabar. Tiene sus razones para no querer volver a su país, inmerso en un feo proceso judicial tras las acusaciones de un presunto abuso sexual a su ex pareja, pero el caso es que ha obviado propuestas de Brasil, Países Bajos, Grecia y Turquía. Quiere ir a la Serie A o la Premier League, donde le aseguran un salario interesante, pero no acaban de gastarse el dinero que necesita el club blanquirrojo para que el valor neto contable cuadre. Y, si puede dejar algún sobrante, mejor que mejor. Mientras tanto, afronta la peor temporada de su carrera numéricamente hablando, pues apenas suma 191 minutos. Desde que se afianzara en el primer equipo de los 'Millonarios' nunca llevaba tan poco a estas alturas. Por eso, no se sabe bien por qué, Montiel se disculpó justo tras batir a Pol Ballesté y poner el 0-1 en Olot desde el punto de penalti, su gran especialidad aquí y allí.
Solamente el interesado sabrá exactamente la razón, que no tiene por qué no ser una nimiedad: a los aficionados desplazados a tierras gerundenses por el pésimo nivel ofrecido hasta entonces por el equipo sevillista, a ellos y a los que estaban en casa (juntó las palmas de sus manos mirando a la cámara de televisión que le enfocaba) por su discreto nivel este curso, a alguien sin identificar por vaya usted a saber qué... El caso es que el de González Catán, en un momento deportivo y personal harto complicado, se acordó de que debía ser humilde y no celebró efusivamente su tanto, un claro punto de inflexión al llegar tan sólo cuatro minutos después de que su modesto anfitrión desperdiciase una pena máxima.