Han pasado ya cinco semanas desde el polémico partido que disputaron el Sevilla FC y el Real Madrid en el Ramón Sánchez-Pizjuán. El partido venía ya calentado desde los medios del conjunto blanco con un vídeo presionando al árbitro Ricardo de Burgos Bengoetxea que fue respondido desde Nervión. Pero eso no fue nada comparado con las quejas que hubo a lo largo del partido y después. Entre varios reproches cruzados, llamó la atención las libertades y la manga ancha que el colegiado le dio a Vinicius Junior en sus insistentes protestas al trío arbitral, llamando especialmente la atención no sólo una permisividad ya habitual desde tiempos remotos, sino la conversación de 'colegueo' que el trencilla vasco y el siempre vehemente extremo madrileño mantuvieron a ojos de las cámaras de camino al túnel de vestuarios en el descanso.
Las imágenes de empatía, comprensión y afán didáctico de De Burgos Bengoetxea con Vinícius, llegando hasta el punto de reconocerle un error y pedirle perdón por ello, contrasta con lo sucedido con Jesús Navas en Anoeta, poco después de la roja directa a Sergio Ramos. Lo del camero, riguroso o no, no tiene mucho recorrido, pues la segunda amarilla parecía inevitable y el destino era el mismo; pero lo del capitán ha dolido más a pesar de que él mismo ha reconocido su error y se ha disculpado públicamente.
No obstante, aunque también se quedan de la acción del '4' tras la revisión en el VAR, lo que más indigna al Sevilla FC fue que Ortiz Arias no fuese empático con el momento de frustración y pulsaciones altas que debía tener un jugador de comportamiento intachable como es el palaciego antes de tocarse la cara en alusión a la labor arbitral. En resumen, ¿por qué con unos se tiene más paciencia que con otros? Y, no menos importante: ¿por qué los que reciben esa paciencia siempre son los mismos? ¿Por qué con el resto de los 'mortales' el trato es más inflexible?
En una entrevista concedida al diario Marca, el propio De Burgos Bengoetxea intentó responder a esas preguntas tras serle mencionadas esas acusaciones de actitud de 'colegueo' con Vinicius. "Creo que eso es un paso adelante (de los árbitros). Fue en un saque de esquina, entiendo la decepción y lo reconozco. No veo jugadas en el descanso, pero sí que veo el teléfono. Tengo que verlo porque es mi trabajo. Si los jugadores me protestan de forma airada, entiendo que algo ha pasado, que se me ha escapado algo y creo que hay que ser honrado".
"Cuando a uno le piden explicaciones, lo mejor es decir que uno se ha equivocado, que no había mala fe y que por desgracia, he tomado una decisión en contra de ese jugador, que no tenía que haber tomado. Es importante que vean que somos humanos y que reconocemos los errores, que no pasa nada, que no nos tenemos que esconder de nada", añade el colegiado vasco sobre las imágenes emitidas por DAZN en el polémico duelo entre el Sevilla FC, que reclamó una roja a Bellingham por clavar sus tacos en la rodilla de Rakitic, y el Real Madrid, que se indignó con dos goles mal anulados; aunque, en realidad, en el segundo (el error que admite De Burgos) la acción estaba anulada antes de que Valverde batiese a Nyland.
"Eso es un gol salvado claro. La mano de Ocampos", le decía Dani Carvajal a De Burgos Bengoetxea, señalando con su mano a las diferentes áreas, mientras los protagonistas enfilaban el túnel de vestuarios camino al descanso. Instantes después, aparecía un malhumorado Vinicius acercándose al colegiado para quejarse sobre diferentes acciones del choqoue. "Que me he equivocado, pues claro que sí, Vini. Si te lo he dicho", contestaba el árbitro pidiendo disculpas a Vinicius, que incluso daba la sensación de quedarse sin palabras ante la inesperada reacción de un árbitro que, cabe recordar, fue el mismo que paró el partido en Mestalla el día de aquellos lamentables insultos racistas y le pedía que confiase en él. Y eso que el Real Madrid se queja siempre que le toca el vasco...