"Que este Encuentro de Peñas se haga en mi país es la hostia", arrancó Beto Bastos Pimparel, el que fuera portero titular en la Europa League más portuguesa de las siete que tiene el Sevilla FC. Y no sólo por su presencia ni por la de sus compatriotas Daniel Carriço y Diogo Figueiras. 'La Copa Imposible', a la que el equipo de Emery se clasificó como noveno de LaLiga tras la inhabilitación a Málaga CF y Rayo Vallecano, empezó a gestarse en un masivo desplazamiento a Estoril, tomó forma tras eliminar al Oporto (entre el 'EuroDerbi' y el 'Mbiazo' en Mestalla) y se rubricó en la gran final contra el Benfica SL, también en la tanda de penaltis. Diez años después de aquella gesta, Beto ha emocionado a las más de 600 personas de 80 colectivos diferentes que se han dado cita este fin de semanas en Albufeira (Portugal).
Entre otras muchas actividades, el XVIII Encuentro de Peñas Sevillistas organizado por la Federación de Peñas Sevillistas San Fernando ha contado con una tertulia en la que estaba prevista la presencia del mencionado trío de portugueses. Finalmente sólo pudo acudir Beto, pero el excancerbero encandiló a todos los presentes con su acento sevillano y sus numerosos recuerdos de un club en el que sólo estuvo tres años (2013-2016) pero que forma parte de su vida. Tanto, que ya retirado sigue viviendo en la capital andaluza y, por supuesto, sus hijos son sevillistas a pesar de tener también numerosos familiares béticos: "Para mí, pertenecer a la familia del Sevilla FC es maravilloso. Este club siempre tiene una fuerza especial y yo siempre les digo a mis paisanos que me convirtió en sevillista para siempre. Está presente en toda mi vida. Y eso no se puede pagar ni se puede explicar con palabras". "El sevillismo no es fácil, porque exige mucho, pero tiene la memoria del corazón y reconoce con cariño a quien lo ha dado todo. Aún lo siento por la calle. ¿Cómo no querer al Sevilla y a Sevilla?".
"Mi carrera siempre ha tenido altibajos. Momentos en los que he estado muy arriba, que han durado poco, y momentos en los que he caído fuertemente, pero siempre he resurgido. Entendía muy bien eso del 'Dicen que nunca se rinde'. Esa Europa League de 2014 fue algo que me hizo decir 'Todas las risas, lágrimas, sangre, sudor... han merecido la pena. El Sevilla me ha dado la oportunidad de sentir y siempre estaré agradecido por la oportunidad que me dieron por vivir esto", repasaba el cancerbero, que recordó los momentos increíbles que dejó el camino hacia aquel título en Turín y también un hecho desconocido: las amenazas de muerte que recibió en Portugal por ser 'verdugo' de un equipo de su país.
"En la final contra el Benfica, había un componente especial para mí porque yo había jugado en algunos de los grandes rivales portugueses del Benfica: en el Braga, en el Sporting de Lisboa y en el Oporto. Ahí dí un paso adelante, literalmente. Bueno, o dos", relató entre risas sobre un penalti que detiene estando muy adelantado sobre la línea de gol. "El Benfica había perdido el año anterior la final contra el Chelsea con un gol en el 92' y con nosotros, en los penaltis. Pare el lanzamiento decisivo siendo portugués y adelantándome, así que ese verano lo pasé muy mal. Apenas pude celebrar con mi familia, porque recibí muchas amenazas de muerte, me insultaban, la policía tenía que venir conmigo hasta a la playa... Lo pasé muy mal. Es una cruz que llevaré toda mi vida, la gente de Benfica me tiene entre ceja y ceja aún a día de hoy... pero la copa está en Nervión y eso es lo único que me importa", explicó, desatando una ovación por todo lo alto.
"En el Sevilla aprendí una identidad, un ADN de un club que ya había sido ganador y que quería mucho volver a ganar. Se adaptaba mucho a mi personalidad. Dije 'Este es guante donde por fin encajará mi mano'. Y así fue. Por el Sevilla lo he dado todo, he jugado con el hombro fuera, con brechas, fracturas... Mi complicidad no es con las personas, es con el escudo. La gente va y viene. El escudo siempre estará", añadió Beto, quien explicó que los penaltis ante el Betis, las numerosas ocasiones salvadas en la ida ante el Oporto en Do Dragao y la tanda de la final contra el Benfica no las paró por él: "Yo tenía una muralla muy grande detrás de mí que era Mario Alberto Pimparel, que era mi padre. Por eso levanto el dedo al cielo. Mi padre murió en 2008 y nunca me vio ganar un título. Había ganado ya una Europa League con el Oporto, pero no como ésta, en la que fui protagonista. Lo hice por el Sevilla, por supuesto, pero sobre todo por él".