"Ésa es otra... Después de tantos partidos que llevo en Primera... Esa situación le ha pasado a más jugadores y no ha habido nada. Luego, pedí perdón al árbitro. Esa situación se ha dado y peor, y no ha habido nada. Ya me perdí ese partido con la roja y, ahora, dos partidos más. No entiendo", indicaba Jesús Navas, visiblemente molesto, tras el partido de Champions League entre el Sevilla FC y el PSV Eindhoven (2-3), el inmediatamente posterior al que también perdió el cuadro nervionense en LaLiga ante la Real Sociedad en Anoeta. En las postrimerías del mismo, con 2-1 en el marcador, el primer capitán blanquirrojo protestó por la expulsión de Sergio Ramos, que había frenado a Brais Méndez con un plantillazo al borde del área, llevándose las manos a la cara, una manera popular y muy gráfica de llamar caradura a alguien (en este caso, el asistente) sin verbalizarlo. Al palaciego le cayeron dos partidos y no hubo indulto ni para él ni para el camero, que deberá cumplir uno este domingo, por los comités.
Se quejaba amargamente el lateral derecho del Sevilla por el agravio comparativo, pues, aunque resulta indudable que su menosprecio merece un castigo, otros futbolistas, por pertenecer a Real Madrid, FC Barcelona o hasta Atlético de Madrid, pero especialmente culés y merengues, se libran continuamente en momentos similares. No hace mucho (26 de noviembre, para ser exactos), Cuadra Fernández permitió que Luka Modric se le encarara y le recriminara que no le dejase hablar. Un mes antes, De Burgos Bengoetxea reconocía a Vinícius, prácticamente pidiéndole perdón que se había "equivocado" al no señalar penalti en el Sánchez-Pizjuán en un empujón del propio Navas sobre el brasileño, pero el colmo ocurrió este sábado durante el Real Madrid-Granada. Y el protagonista fue Jude Bellingham, la nueva estrella blanca, con la connivencia de González Fuertes.
En una acción que enlaza directamente con la ocurrida este domingo durante la primera parte del Almería-Betis, cuando Héctor Bellerín fue expulsado por un plantillazo en la tibia de Embarba, pese a que se ve en la repetición que el lateral verdiblanco levanta el pie al darse cuenta para no pisarle con fuerza y el extremo pudo seguir perfectamente, el mediapunta inglés del Madrid, que ya tenía una amarilla previa, combinó los dos gestos: entrada fuerte con la planta por delante al tobillo del nazarí Gumbau. No vio la segunda, claro, pero, no conforme con la 'fechoría', se dirigió al colegiado asturiano tocándose la cara de la misma manera que le costó la roja directa a Navas. Pero, oh sorpresa, no hubo siquiera una amonestación simple para el ex del Borussia Dortmund, porque habría supuesto su exclusión y que todo el Santiago Bernabéu se echase encima del árbitro.