A sus 24 años, Loïc Badé ya acumula expertiencia en LaLiga española, la Premier League inglesa y la Ligue 1 de su Francia natal. Ha ganado una UEFA Europa League con el Sevilla FC, en la final de la edición de 2023 contra la AS Roma (uno de sus máximos pretendientes), y se ha colgado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024. Sin embargo, si le dan a elegir 'El Momento', lo más impresionante que le haya regalado el mundo del fútbol, no duda ni medio segundo en responder de manera asertiva. Lo que sus retinas vieron en un 'engorilado' Ramón Sánchez-Pizjuán la noche de aquel jueves 20 de abril de 2023 no lo va a poder olvidar mientras viva.
En esa edición de 2023, un Sevilla FC eliminado de la Fase de Grupos de la Champions League y que tendría hasta tres entrenadores diferentes esa agitada 22/23, libró partidos muy vibrantes en casa contra el PSV Eindhoven neerlandés, en dieciseisavos de final; ante el Fenerbahçe SK turco, en octavos de final; o ante los italianos de la Juventus FC, en unas semifinales con prórroga incluida, y la AS Roma, en una final que se decidió en la tanda de penaltis. Sin embargo, el encuentro que todo el sevillismo recuerda como especial fue aquel duelo de vuelta de los cuartos de final contra el Manchester United, después de un inesperado 2-2 en Old Trafford.
Toda la Bombonera vestida de blanco, generando un ruido ensordecedor durante los 90 minutos, haciendo temblar los cimientos del estadio y llevando en volandas al equipo hacia una rotunda victoria por 3-0. Youssef En-Nesyri abrió el marcador en el 8' y lo cerró en el 81'. Entre medias, nada más arrancar la segunda mitad lo conseguía el propio Badé al rematar un córner botado por Ivan Rakitic en el 47'. El central galo no lo puede olvidar y, de algún modo, sigue atrapado en aquel ambientazo que sirvió como click para escapar de la crisis deportiva e institucional, que ya por entonces era galopante.
"Mi partido favorito es el del Manchester United, más que el de la final. Al menos para mí. Jugábamos en casa y la gente... ¡Qué partido! Además, marqué un gol, con mi familia en las gradas. Para mí, ése fue el mejor partido", manifestaba Badé en una entrevista en el canal de Twitch del club en la que recordó que aquel papel importante que tuvo en el Sevilla FC tras llegar en enero después de no jugar nada en el Nottingham Forest le devolvió la confianza perdida y le hizo sentir un arraigo por este club que luego le ha llevado a renovar y a rechazar ofertas jugosas.
En la entrevista, el internacional francés también se refirió sobre una anecdótica imagen en el último derbi ante el Real Betis, el pasado 6 de octubre, cuando celebraó un robo de balón ante Ez Abde como si de un gol se tratase, reflejando la rabia contenida, las ganas de ganar y el compromiso por el escudo. "Son pequeñas cosas, pero muy importantes para mí porque creo que pueden ayudar mucho al equipo. Si yo, por ejemplo, veo a Tanguy hacer eso, la próxima pelota voy a querer hacerlo igual. Que es para demostrar que estás metido en el partido. La gente también te ayuda después. Claro, la gente también se pone contigo", sentenció el zaguero, que fue ovacionado por todo el estadio tras aquel derroche de intensidad.
Badé está muy adaptado al club y a la ciudad: "Me considero un sevillano más. He visitado la Catedral, la Torre del Oro, la Plaza de España y el Alcázar. Ya conozco bien las calles". "Nianzou fue a un tablao flamenco y me contó que lo pasó muy bien, que fue muy chulo. Me recomendó ir y seguro que pronto lo haré", añadió.
Precisamente junto al también central e íntimo amigo ha cerrado filas en la defensa de Lucien Agoume, compatriota de ambos y señalado por su clamoroso error en Leganés: "El fútbol es así, un día puede fallar Lucien y otro día puedo ser yo. Hay que ser fuertes, aprender de los errores y concentrarnos. Estos momentos no son fáciles porque parece que fallas al equipo y a la afición, pero esto forma parte del fútbol. No conozco a un jugador que no haya fallado nunca. Ahora, lo importante es enfocarse en el partido contra el Rayo Vallecano".