La comisión gestora de la RFEF anunciaba el pasado 22 de febrero la ejecución de la cláusula de renovación automática recogida en el contrato de Luis de la Fuente, sustituto de Luis Enrique Martínez al frente de la selección española, tras el pasado Mundial de Qatar 2022, con el fin de subsanar el imperdonable error de firmarle hasta el 30 de junio de 2024, como ocurre generalmente con los futbolistas, sin percatarse de que quedaría en paro durante la próxima Eurocopa de Alemania, que termina el 14 de julio. De esta forma, el órgano que sucedió a Luis Rubiales hasta que se celebren nuevas elecciones ha querido "dotar de estabilidad al equipo nacional" con vistas al magno evento continental, prolongando el vínculo con el técnico riojano hasta 2026, cuando "se celebrará la Copa del Mundo de la FIFA en Canadá, México y Estados Unidos". Una decisión que, con un fondo innegablemente positivo, no ha gustado del todo a su destinatario.
Así lo desvela este jueves 'Relevo', explicando que el tipo de contrato que tiene el otrora lateral izquierdo es el único dentro del organigrama de la RFEF de alta dirección, ya que se trata de un cargo de confianza del presidente. Al parecer, diferentes sentencias obligan a este matiz burocrático, dado que lleva aparejadas responsabilidades en la toma de decisiones deportivas de primer nivel y roles de liderazgo, aunque, aspecto económico aparte (el gran pro), tiene también sus contras. Tantas que, pese a que no fue una sorpresa el anuncio desde Las Rozas, pues hay contactos desde el pasado parón de noviembre, De la Fuente prefiere rubricar un nuevo acuerdo. Porque, por ejemplo, la indemnización por despido en este tipo de contrato es infinitamente menor que el de los 'normales', regidos por el RD 1006/85. El de Haro, al que no se puede blindar, podría ser despedido, como otros altos cargos que ya han desfilado, pagándole siete días de salario en metálico por año de servicio, con un tope de seis mensualidades.
Extraña, por otra parte, que la comisión gestora de la Española tome esta decisión a las puertas de unos comicios que designarán nuevo mandatario el próximo 24 de mayo. Como ya ocurriera con Julen Lopetegui a las puertas del Mundial de Rusia 2018, el presidente entrante podría destituir si quiera a De la Fuente, incluso sin pagarle esos dos años extra rubricados (virtualmente, pues no se ha producido firma alguna, sino una ampliación ya pactada). Del mismo modo, el seleccionador nacional podría romper esta prórroga unilateralmente el 1 de julio sin tener que pagar penalización. Una situación de inestabilidad que, por tanto, no se ha resuelto realmente, porque el principal interesado rechaza esta fórmula y ha encomendado a sus asesores (acaba de cambiar de agente, al renunciar Carlos Bucero por incompatibilidad por su nuevo empleo como director general de Fútbol del Atlético de Madrid) que gestionen una vía intermedia con la RFEF para que el sustituto de Rubiales lo ratifique dentro de tres meses.
El caso es que De la Fuente considera, además, que tanto sus condiciones (en el citado aspecto laboral y fiscal) como su sueldo deben ser mejorados, lo que no ocurre con la prolongación hasta 2026. Sin embargo, la comisión gestora no podía ni debía excederse en sus funciones negociando un nuevo contrato ni aprobar una partida extra para el riojano y sus ayudantes, por los que reclama una actualización de unos salarios fijados cuando se ocupaban de los escalafones inferiores y no de la absoluta. El recelo del míster no es menor en las altas esferas de la Ciudad del Fútbol, puesto que ya han heredado problemas legales, como la reclamación del destituido Jorge Vilda, ex seleccionador español femenino, que pide la parte proporcional de los 500.000 euros anuales que le prometió verbalmente (nunca llegó a firmarlo) Rubiales en la famosa asamblea de los asentimientos.