El ‘Caso Rubiales’ continúa escribiendo nuevos capítulos. Así, este martes, ha pasado por la Audiencia Nacional José María Timón, ex jefe de gabinete del ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), quien ha negado que presenciase las supuestas presiones a Jenni Hermoso a raíz del famoso beso tras la final del Mundial, no consentido según la denuncia formalizada por la jugadora de la selección española.
Paralelamente, en otro frente abierto, el propio Luis Rubiales presentó este pasado lunes un escrito de alegaciones ante el Tribunal Administrativo del Deporte, que propuso dos sanciones y una inhabilitación de tres años para el motrileño: un año y medio por el beso a la futbolista del Pachuca mexicano, del que dijo que fue un gesto "mutuo" y "espontáneo" por la alegría, y otro año y medio por el gesto de llevarse las manos a los genitales en el palco de autoridades, junto a la Reina Letizia, recordando en este caso que las sanciones a deportistas o entrenadores "por agarrarse la entrepierna" siempre se han quedado en un "tirón de orejas", como pudieran ser un partido de sanción o una multa económica
Por todo ello. el ex dirigente de la RFEF ha vuelto a denunciar que sufre un "linchamiento" púbico y ha solicitado el archivo y sobreseimiento del expediente abierto por el TAD. Pero las noticias que le llegan no son nada halagüeñas. Más bien al contrario, se trata de un auténtico mazazo que podría complicar su futuro penal, pues ya existe la Justicia española ya ha emitido una condena firme de prisión por un "beso forzado" a una deportista.
En concreto, la Audiencia Provincial de Almería ha confirmado la pena de dos años de prisión al entrenador e histórico jugador de la selección española de voleibol y del Club Voleibol Almería Cosme Prenafeta por abusar sexualmente de dos jugadoras a las que besó sin su consentimiento, además de tocarle las nalgas a una de ellas.
La citada sentencia desestima un recurso de apelación contra el fallo original que declaró probado que Prenafeta, entrenador del equipo de voleibol en el que militaban las dos víctimas, celebró el 28 de diciembre de 2020 una comida de Navidad en su domicilio, a la que acudieron todas las jugadoras de dicho equipo.
Según se recoge, después de que se marchasen el resto de compañeras, las víctimas, que contaban con 18 años en ese momento, se quedaron a solas con el entrenador, "consumiendo bebidas alcohólicas y participando en un juego que consistía en realizarse preguntas de índole sexual y beber chupitos de alcohol". Así, durante dicho juego, con "ánimo de satisfacer sus deseos lúbricos", el acusado se acercó a una de las chicas y la agarró por el cuello con una mano para darle un beso en la boca que "duró varios segundos". La víctima intentó separarse y apartó a Prenafeta con los brazos.
Todo esto ocurrió mientras la otra víctima se encontraba en el baño, pero cuando regresó el acusado se acercó a ella en tres ocasiones en la cocina, en la terraza y en una habitación para besarla en la boca y en el cuello, y en una de estas ocasiones le tocó las nalgas. "Estos hechos se produjeron sin el consentimiento de las víctimas, sufriendo ambas una sintomatología ansioso depresiva a consecuencia de los hechos descritos", añade el fallo.
Ahora, la Audiencia de Almería apunta que la declaración de las testigos fue “verosímil y creíble”, recalcando además que “el acusado ha reconocido los besos, aunque mantiene que fueron consentidos”. De este modo, se ratifican las penas de un año de prisión por cada uno de los dos delitos de abuso sexual por los que había sido condenado Prenafeta, imponiéndose al mismo tiempo sendas órdenes de alejamiento de 200 metros durante tres años y el pago de indemnizaciones de 3.000 euros a cada una de las perjudicadas.
Sin duda, una sentencia que marca un precedente cuanto menos inquietante para Luis Rubiales, pues tanto en este caso como en el de Jenni Hermoso, las deportistas definieron el beso recibido como "sorpresivo, machista e indeseado".