La intolerancia sigue muy presente, pese a las muchas medidas impuestas para combatirla, en el fútbol actual. Esta semana ha vuelto a ser noticia el PSG, que ya lo fue hace unos meses al escaquearse uno de sus futbolistas (Idrissa Gueye) de un partido en el que iban a lucir dorsales multicolores en el Día contra la Homofobia y la Transfobia argumentando un dolor de estómago, al parecer, inexistente. El pasado 24 de septiembre, durante la celebración del triunfo por 4-0 ante el eterno rival (Olympique de Marsella), cuatro futbolistas se unieron a los cánticos ofensivos de los ultras y fueron señalados públicamente. La justicia deportiva del país vecino, en cambio, ha sido laxa y terminado por imponer una sanción simbólica, tan pírrica como seguramente inexistente a la postre.
De esta manera, Kolo Muani, Dembélé, Achraf Hakimi y Kurzawa fueron castigados con un partido de suspensión (exento de cumplimiento si no reinciden) por haber dado eco a esas consignas homófobas. La comisión de disciplina de la LFPF tuvo en cuenta las disculpas públicas de los jugadores, quienes alegaron haberse dejado llevar por la euforia mientras acudían al fondo donde estaban los radicales del Parque de los Príncipes. Así, los implicados podrán jugar el próximo 21 de octubre ante el Estrasburgo. En la misma sesión, el organismo se pronunció sobre los citados cánticos contra el colectivo LGTBQI+ y sancionó al club galo con el cierre del Fondo Auteuil un partido en firme (por lo que esa grada estará vacía en la citada fecha), más otro encuentro exento de cumplimiento. Una palmadita en la espalda para que no se vuelva a repetir, no sea que se enfade Al-Khelaïfi.
En España, la sensibilización es mayor con este tipo de asuntos, muy perseguidos en la antigua y la nueva Ley del Deporte por Antiviolencia. Por eso, de reflejarlo (como se espera) en el acta el colegiado Milla Alvéndiz, se le puede caer el pelo al FC Cartagena por el incidente sucedido este jueves durante el encuentro de la novena jornada de LaLiga Hypermotion ante el RCD Espanyol. Y es que el defensor visitante Omar El Hilali, nacido en L'Hospitalet de Llobregat pero de ascendencia marroquí (es internacional con el combinado magrebí en categorías inferiores), avisó al árbitro sevillano de que estaba recibiendo insultos racistas por parte de un sector de la grada del Cartagonova. El duelo ha estado unos minutos detenido hasta que se pidió por megafonía que cesaran dichos cánticos, amén de exhibir en las redes sociales un alegato contra tal forma de discriminación. El duelo ha podido terminar con normalidad y el lateral-central sobre el terreno de juego.