Seguro que todos hemos estado sentados en cualquier bar o restaurante y lo que se presentaba como una velada perfecta terminó por convertirse en un rato desagradable por la presencia de algún niño maleducado en la mesa de al lado que nos molestaba mientras los padres sonreían o le reñían de forma tan tímida que seguían haciendo lo que le daba la gana. Pues lo mismo está pasando en el Real Madrid, pero con dos críos. Si ya había un niño indomable como lo es Vinicius Jr, ahora ya hay dos con Jude Bellingham.
Lo del brasileño ya no tiene arreglo. Creo que ya faltan muy pocos integrantes del plantel madridista que no le hayan reprimido y el extremo sigue demostrando que le va la marcha: protestas constantes a los árbitros, bailes innecesarios en sus celebraciones, miradas desafiantes a la grada rival... Y Ancelotti parece haber tirado la toalla con él, porque ninguna de sus llamadas de atención desde el área técnica han servido para algo.
Y con Bellinghan todo va por el mismo camino. La elegancia y los goles del británico en la liga española están dando paso al carácter más rebelde del que muchos hablaban ya cuando militaba en el Borussia Dortmund. Y 'Carletto', sabedor de lo mucho que depende de él en estos momentos, le está consintiendo casi todos los caprichos. Al menos, públicamente. Como lo ha vuelto a hacer hoy en la previa del partido contra el Alavés.
Y cuando es la primera vez que pasa, acepto que ante los medios de comunicación diga una cosa y a nivel interna pueda haberle dicho otra, pero, cuando reincide y lo hace de forma tan descarada, el tirón de oreja necesita ser apreciado por todos. Sobre todo, cuando otros niños le están viendo.
Tras lo sucedido en el Benito Villamarín, donde provocó a la afición bética con su ya clásica celebración a la que añadió un beso teledirigido a un aficionado que le mostraba una peineta, ante el Villarreal animó al Santiago Bernabéu a que aumentara su pitada contra el colegiado andaluz Figueroa Vázquez. El árbitro le amenazó con un "be careful with me" y señalándole con el dedo, pero le perdonó la segunda amarilla por dicho gesto. Y Ancelotti le sacó del campo inmediatamente. Pero luego en la rueda de prensa justificó su cambio con otro motivo que no se lo creyó nadie. Sin duda, un sobresaliente en la materia de Gestión de Grupos para usted (los errores han de corregirse en privado), pero un suspenso en la asignatura de Sociedad para usted también.
Tanto lo de aquel seguidor verdiblanco como lo del árbitro son gestos igualmente reprobables, pero no dependen de Ancelotti. Lo que sí tiene en sus manos el italiano es que en el vestuario blanco no haya una lucha entre dos egos tan grandes ni dos bombas juntas por el bien del madridismo. Porque si con Vinicius el equipo blanco ya era pitado en la inmensa mayoría de los campos nada más salir, ahora con el británico puede que este sentimiento de rechazo comience a duplicarse.
Son dos auténticos genios con el balón en los pies, sí, pero sus conductas a día de hoy no son ejemplares para ningún menor, que son quienes luego les imitan en fútbol base. Señor 'Carletto' puede que, por su edad, ya esté algo cansado de reprimendas infantiles, pero no deje que su pasotismo acabe con el señorío del Real Madrid ni con el suyo. Por muchos goles que le marquen y muchas castañas del fuego que le saquen, corrígelos a base de castigos. Así aprendimos todos los que algún día metimos la pata de pequeño por segunda vez. Y si es públicamente, mejor. Hasta sus suplentes como Dani Ceballos le consideran a usted como un padre. Hágalo sin excusas de lesiones ni de rotaciones, que si no acabarán escapándose los niños de su casa.