El Real Madrid se frotó las manos en el mercado estival de 2022 cuando consiguió la cesión con una opción de compra asequible de una de las principales promesas del fútbol europeo, de solo 17 años. Iker Bravo, criado en la cantera del Barcelona, recalaba en el Santiago Bernabéu con vitola de futura estrella y arrancó su etapa madridista a las órdenes de Raúl en el Castilla.
Sin embargo, la gran joya que fichó el Real Madrid no ha respondido en absoluto a las expectativas y protagoniza una caída en picado que podría precipitar su adiós a la entidad blanca. Ya la campaña pasada se alejó considerablemente de lo esperado de él y solo marcó dos goles en el Grupo I de Primera RFEF, acabando además con la paciencia de Raúl González Blanco por su actitud, lo que provocó finalmente que el técnico del filial lo descartara.
Pese a todo, el Real Madrid mantuvo su confianza en sus condiciones y decidió ampliar la cesión una temporada más con la esperanza de que Álvaro Arbeloa lo recuperara para la causa en el Juvenil A. Y en principio pareció que la solución funcionó, porque arrancó la temporada en División de Honor lanzado, con protagonismo y una aportación destacada. No en vano, Iker Bravo partió de titular en los primeros siete partidos y anotó tres goles y sirvió dos asistencias, lo que invitó a creer que podría llegar a ofrecer el nivel por el que se solicitó su préstamo.
Sin embargo, se trató de un espejismo, pues el futbolista no tardó demasiado en volver a sus malas costumbres y ya en la jornada cinco fue expulsado, "por encararse con un adversario sin llegar al insulto o la amenaza" y "por una entrada temeraria en la disputa del balón". Se perdió dos encuentros y, a partir de ahí, todo cambió. Arbeloa apostó por él en su regreso, pero, tras varios choques sin marcar, decidió sentarle en el banquillo durante dos partidos, entre ellos el de la Youth League contra el Sporting de Braga.
Este fin de semana le levantó el castigo y le dio la titularidad contra el Real Valladolid, a lo que respondió el delantero con otro acto de indisciplina al ser expulsado nuevamente en el minuto 49' y perjudicar gravemente a su equipo, que cayó por 3-1 contra los pucelanos.
El punta vio las dos amarillas seguidas, la primera "por intentar golpear a un rival con el pie sin estar el balón en juego ni en disputa" y la segunda por protestar al árbitro. Una actitud que ya desespera a Arbeloa y que podría dinamitar su etapa en el Real Madrid.