El Levante UD puede ser el equipo de LaLiga que peor lo está pasando en estos momentos. Si descender en 2022 fue un golpe duro, el penalti que marcó Asier Villalibre en la final por el ascenso ha sido una daga en el corazón; tanto es así que en estos momentos –y con el 31 de julio como fecha límite– la amenaza de un descenso administrativo es real.
Según explican en SER Deportivos Valencia, y sin andarnos con rodeos, el conjunto granota necesita una inyección de unos 30 millones de euros antes del 31 de julio para no sufrir un descenso administrativo, lo cual supondría una estocada casi definitiva para una entidad que se ha ido hundiendo financieramente en los últimos años. Lo explicamos.
Para empezar, desde el curso 2020-21 se han ido cerrando los ejercicios con déficit. En este acumularon un balance negativo de 23,2 millones de euros y en el siguiente, el que concluyó con el descenso a Segunda división, de otros 22 millones. A estas rémoras económicas hay que sumarle un préstamo de 60 millones de euros del grupo bancario Edmond Rothschild, el cual pidieron en 2020 y deben devolver en 10 años; así como una deuda de otros 15 kilos (13 con los bancos y dos con el Ayuntamiento de Valencia); cifras que desveló El Confidencial.
Aunque a estas alturas se vea todo negro, si el equipo hubiese continuado en Primera división podría haber capeado el temporal con los ingresos por derechos televisivos. Sin embargo, estos pasaron de 50 millones de euros a tan solo 10 con el adiós a la categoría de oro. Paralelamente, el montante por publicidad descendió de los 8 a los 4 millones.
Pérdidas y más pérdidas sí, pero al Levante aún le quedaba una oportunidad. Desde hace años LaLiga estableció un mecanismo de ayuda económica para los equipos recién descendidos. En el caso de los levantinistas fueron exactamente 18 millones de euros los que entraron el verano pasado. Desde el club los recibieron com agua de mayo, pero en vez de tomarlo como una aportación a medio plazo, la apostaron por completo al curso 2022-23 con la idea de asegurar el retorno a Primera división, el cual les hubiese supuesto un alivio definitivo. Pues bien, como ya sabemos no lo han conseguido y ahora esa ayuda tampoco existe. Deudas, pérdidas, sin ayuda, con salarios altísimos... Bien no pinta.
De cara a la planificación de la campaña 2023-24, en el Levante se habla de ser competitivos, pero nadie lo hace de ascenso. El recorte en el presupuesto es tremendo y desde el club ya no esconden que la única salida es vender y vender jugadores. No hay intocables. Felipe Miñambres, director deportivo del Levante, lo deja claro con sus palabras: "Están todos en venta. A los que podamos vender los venderemos. Unos tienen más pretendientes y otros menos, pero escuchamos ofertas por cualquiera de nuestros jugadores". Y por si quedaban dudas: "Necesitamos dinero, no jugadores", comenta cuando le preguntan por incluir futbolistas que lleguen en las operaciones de salida.
Pepelu, Jorge de Frutos, Vicente Iborra... La lista de los que se van no para de crecer. Es el único camino que han encontrado para revertir una situación que se ha escapado de las manos y que ahora tienen que volver a agarrar cómo sea. Hace escasos días se habló de una inyección económica de 15 millones de euros de un heterogéneo grupo de inversores, pero es un plan que depende de la validación de LaLiga. También se planteó una ampliación de capital... Las cosas están claras y las cartas sobre la mesa, ahora solo les queda esperar que las soluciones sean tal y que la amenaza del descenso administrativo no pase de eso, de un tremendo aviso. Eso esperan ellos, pero no todos, ya que según señalan en la SER, sería la SD Ponferradina la que ocuparía la plaza del Levante en Segunda si finalmente los granotas se ven obligados a bajar. Seguiremos informando.