'Si quieres ascender, contrata a Nico Rodríguez'. Este podría ser el eslogan de cualquier presidente del fútbol profesional. Sólo hace falta repasar la trayectoria deportiva del triunfal Director deportivo del Granada. El hombre que el pasado fin de semana culminó su obra en el club andaluz sellando el objetivo, cada vez más complicado por la competencia de una categoría atroz, para el que fue contratado: dejar atrás el pozo, para quien ha saboreado poco antes las hieles de la élite, de la Segunda división.
Cuando a finales de agosto del año pasado salió del Elche, al que primero ascendió y luego dejó en Primera; pocos esperaban que nueve meses después estaría en disposición de celebrar otro ascenso, el cuarto de una carrera que arrancó en los campos modestos de Madrid.
Fue en la capital de España donde vivió su primer espaldarazo en Alcorcón, al que subió a Segunda y con el que vivió el célebre Alcorconazo. Aquel 4-0 en Copa del Rey que sentenció al Ingeniero Pellegrini en el Real Madrid a los pocos meses de llegar a Chamartín. Hasta en dos ocasiones, incluso, llevó al modesto conjunto madrileño donde arrancó su meteórica carrera al playoff de ascenso a Primera. Unas cotas que nunca más ha rozado el conjunto del Santo Domingo.
Sus siete años en el sur de Madrid le valieron para iniciar una carrera tan brillante como exitosa. Se marchó a Las Palmas para, en la temporada 2014-15 y a la primera tentativa, devolverlo a Primera. El mito del ascensor comenzaba a agrandarse, aunque han sido sus dos últimos equipos (Elche y Granada) donde se ha convertido de forma definitiva en Nico 'El ascensor', el hombre que llega a sus equipos prometiendo "trabajo, fidelidad y honestidad".
Aunque nació en Francia por circunstancias, se considera de Gijón, fue precisamente en 'su' Sporting en el único conjunto donde no cumplió los objetivos trazados. Su etapa en casa acabó sin ser profeta en su tierra y con un descenso que no le impidió marcharse al Albacete y llegar al Getafe para llevarlo a la fiesta continental de la Europa League. Por ahí, en una historia que daría para otros capítulos, salió del Coliseum cuando estaba ¡en zona Champions! Un golpe en la línea de flotación del que Nico salió más fuerte y con más logros por rubricar.
Llegó a un Granada que se convirtió en la séptima estación de un trotamundos que vive estos días la felicidad de una ciudad que lo vió negro con el arranque del curso. "Tenemos tiempo y margen para revertir la situación", afirmaba el director deportivo en noviembre cuando reemplazó a Karanka, apuesta galáctica para un Segunda, para otorgarle a Paco López una batuta que ha acabado en ascenso. Una decisión controvertida con final feliz, el de un Nico Rodríguez acostumbrado a lograr lo más difícil en el fútbol: ascender incluso cuando todo está en contra.
Y así vive, en un discreto segundo plano, el hombre que labró su carrera desde abajo. Que veía fútbol y más fútbol con un 'tupper' a cuestas y soñando con llegar a algún día donde otros, normalmente ex futbolistas, acceden por nombre y trayectoria. Rodríguez no lo ha necesitado para vestirse de héroe con la receta del éxito: hombre de club, le gusta reunirse con los entrenadores (siempre de perfil trabajador como Pacheta, Paco López o Anquela) para perfilar hasta el último nombre de su plantilla. Jugadores que llegan tras ser estudiados y conocer a fondo sus entornos, algo vital para un Nico que se oculta de los focos que se llevan los futbolistas que él sigue, controla y gobierna para llevarlos a la gloria. Como al Granada.