Certificada su presencia en la Champions el próximo curso, el Girona FC está ahora en manos de la UEFA, después de que el máximo organismo del fútbol a nivel europeo le comunicará al conjunto gironí y al Manchester City que tienen hasta el próximo 3 de junio para demostrar que cumplen con la norma de multipropiedad, evitando así posibles conflictos de intereses.
La UEFA es tajante con sus nuevos reglamentos y exige a ambos equipos, y sus propietarios, el City Group, que ninguna persona física o jurídica pueda tener control o "influencia decisiva" en ambos conjuntos para, así, podes coincidir en la próxima Champions League. De lo contrario, uno de los dos clubes deberá caer a la Europa League e, inevitablemente, todo hace indicar que en ese caso sería, lógicamente, el conjunto catalán.
La UEFA considera influencia decisiva de los derechos de votos de un club si uno de sus accionistas posee el 30% o más de las acciones totales del mismo. También está lo referente a los traspasos, por lo que desde el Comité de Control Financiero de Clubes de la UEFA (CFCB) se impide también transferir de forma permanente o temporal a nuevos jugadores entre sí tanto de manera directa o como indirecta. Tanto durante la temporada de competición ni durante la primera ventana de transferencias inmediatamente posterior. Un detalle, el de los traspasos, que en cualquier caso es más sencillo de subsanar.
En lo que respecta al accionariado, el truco del City Group para tratar de solventar el entuerto podría basarse en seguir la misma línea que tomó en su momento Red Bull, que comparte la propiedad del RB Leipzig y el Red Bull Salzburgo. Dos clubes con los mismos colores, el mismo escudo y el mismo patrocinador que venían intercambiando jugadores sin que ello acabara suponiendo un impedimento para jugar ambos la misma edición de la Champions. ¿Cómo lo consiguieron?
Para la multinacional de bebida energética resultó bastante sencillo el burlar la normativa. De hecho, se basó en hacerle ver a la UEFA que Red Bull no era propietario del conjunto alemán y que, a diferencia del Salzburgo, que sí, tan sólo eran patrocinadores. En el caso del City Group eso resultaría más complicado, aunque hay movimientos para que no sea imposible.
Para ello, el camino a seguir es el mismo que el que tomó Red Bull, que consiguió demostrar que el Leipzig era propiedad de Oliver Mintzlaff, un exatleta alemán que desde 2014 trabajaba para la sección global de fútbol de Red Bull y que en junio de ese mismo año se puso a los mandos del equipo de Leipzig. Es decir, técnicamente Red Bull no era la dueña del equipo alemán, sino que lo era Mintzlaff, aunque este fuera un alto cargo dentro del organigrama de la empresa.
El movimiento, en cualquier caso, se antoja burdo, aunque fue suficiente para que la UEFA permitiera la pantomima y ambos conjuntos participaran en la Liga de Campeones. De hecho, la propia UEFA ya marca de manera indirecta ese camino a la hora de ser flexible con las limitaciones de la multipropiedad: "Dicha alternativa consistirá en el traspaso o la cesión de todas sus acciones en un club a una tercera parte independiente, como un fideicomiso ciego, en virtud del cual toda la toma de decisiones del club recaerá exclusivamente en el control de la tercera parte/fideicomisario, que estará obligado por el deber fiduciario de actuar exclusivamente en el mejor interés del club".