“Esta es nuestra nueva realidad, estamos lejos de nuestra idea de juego en cuanto al ataque. Pero debemos dar el mejor pase posible, con personalidad y responsabilidad”. Así acababa Míchel su rueda de prensa en el día de ayer ante el Valencia. El Girona suma tres derrotas consecutivas. Hace justo dos años que el conjunto catalán no acarreaba esta mala racha. Con un equipo lleno de rotaciones tras su estreno en competición europea en el Parque de los Príncipes, los rojiblancos sufrieron la cruda realidad del calendario.
En París, Míchel fue con todo para tratar de dar la sorpresa en su debut en Champions ante todo un PSG. Lo hizo e incluso pudo rascar algún punto si no hubiera sido por esa maldita acción en el último minuto donde Gazzaniga no pudo atrapar una pelota. No solo la derrota en la capital francesa dolió, sino que en LaLiga también parece pasarle factura al equipo de Míchel. Parece desinflarse, aunque aún es pronto para señalar el camino de este equipo.
Míchel introdujo hasta ocho cambios para enfrentarse a un Valencia del 'Pipo' Baraja que olía sangre y necesitaba ganar. Casi una final se vivía en Mestalla. Los valencianistas eran colistas de LaLiga y se agarraron con fuerza a dar un puñetazo sobre la mesa. El Girona iba a ser un equipo desconocido, puesto que el técnico vallecano introdujo hasta ocho cambios en su once con respecto al pasado miércoles.
Al equipo catalán le faltó mucha verticalidad, esa que te aportan Bryan Gil y Tsygankov por ejemplo y que Danjuma y Asprilla no consiguieron generar. En la punta regresó al once Miovski, después de tres semanas sin ponerse la camiseta del Girona (sumado también por el parón de selecciones, pero no tuvo minutos ante Barça y PSG). Además, el equipo también sufrió con un centro del campo falto de cierta creatividad con Jhon Solis y Oriol Romeu, casi haciendo ambos la labor de pivote. Se echó en falta un Iván Martín o incluso Van de Beek. Varios futbolistas poco aclimatados en estas últimas semanas a la dinámica del equipo.
Los jugadores necesitaban descanso y Míchel hizo lo que tenía que hacer, no inventó la pólvora. El calendario le está pasando factura a varios clubes y el Girona parece que tampoco es una excepción. Tras hacer balance del mercado de fichajes, se señalaron ciertas carencias en algunas posiciones. Veremos si no tienen que acordarse de ello a lo largo de la temporada.