Óscar Murillo3 min lectura"Va mejorando. Se comunica, nos llama por nuestro nombre y todo; él sabe perfectamente quiénes somos todos los que entramos en la habitación, y (de) la memoria, genial". Así resumía este lunes Alba Silva, esposa de Sergio Rico, el estado de salud del portero de Montequinto, que se encuentra ingresado en el Hospital Virgen del Rocío desde que sufriera un accidente en la Aldea de El Rocío el pasado 28 de mayo, cuando fue coceado por un caballo desbocado. El deportista del PSG despertó del coma definitivamente hace ya una semana y, aunque el centro médico anunció que no emitiría más partes periódicamente hasta que hubiese cambios reseñables en su evolución, la modelo e influencer mantiene al día a los medios de comunicación apostados a las puertas de la clínica sevillana, donde el cancerbero de 29 años se recupera de un hematoma intracraneal.
"Yo espero que lo pasen a planta lo más pronto posible, pero ellos tienen que estar seguros y todavía no lo han decidido. Así que cuando lo decidan; confiamos en ellos”, apuntaba Silva, en declaraciones a Europa Press, al respecto del siguiente paso en la rehabilitación, pues los médicos que lo atienden lo mantienen todavía en la Unidad de Cuidados Intensivos, ya sin la sedación que le retiraron y volvieron a aplicar al principio, esperando pacientemente que el canterano del Sevilla FC esté listo para afrontar nuevos retos en su vuelta a la normalidad y atendido por el equipo de Medicina Intensiva en consenso con otros especialistas de forma multidisciplinar en el Virgen del Rocío. Sin duda, se trata de buenas noticias para el afectado, su familia, sus amigos y allegados, así como todos los compañeros y colegas de profesión que se han solidarizado con él en este casi mes de convalecencia.
"Creo que no, pero es que todavía no podemos saberlo hasta que él pueda hablar (con soltura). Intentamos que él esté bien, tranquilo, mientras estamos juntos y ya está", concluía la esposa de Sergio Rico cuando le cuestionaron sobre si su marido recordaba los pormenores del accidente en tierras onubenses, del que inicialmente hubo informaciones confusas por parte de testigos supuestamente presenciales, aunque su agencia de representación, en nombre de la familia, aclaraba inmediatamente que no se había caído del equino, sino que había sido una infortunada casualidad, nada más llegar de París a la aldea almonteña para la romería, la que provocó que el animal se asustara de unos bueyes y saliera despavorido, arrollando al jugador y provocándole graves lesiones en la cabeza y el cuello de las que se está recuperando lenta pero felizmente.
