Las situaciones en el fútbol cambian muy rápido. Luis Enrique cerró la temporada 2023-24 con un inmenso apoyo del Paris Saint-Germain; es más, el presidente del equipo, Nasser Al-Khelaïfi, le definió como el mejor entrenador del mundo. Todo marchaba viendo en popa, y más viendo el fantástico comienzo de la escuadra parisina en la Ligue 1 pese a haber perdido por en verano a Kylian Mbappé. Pues bien, tal felicidad ha dado paso a las dudas; tanto es así que podemos decir que Luis Enrique está señalado.
Aunque el carácter de 'Lucho' es por todos conocido, los buenos resultado hacían que sus respuestas a la prensa quedasen en anécdota. Justo eso cambió anoche. Caer con claridad por 2-0 ante el Arsenal ha agitado tal calma y el entrenador español ya no parece tan intocable; menos aún tras la decisión de dejar en casa a Ousmane Dembelé por una falta disciplinaria.
En realidad lo ocurrido con el habilidoso extremo francés se puede entender como detonante, pero las críticas van mucho más allá. Así, los ataques al técnico alcanzan a gran parte de sus decisiones en el partido, desde la alineación elegida a los cambios que efectuó a lo largo del encuentro contra la escuadra londinense.
Tal como decíamos, tampoco pasa desapercibido su carácter y el comportamiento que tuvo con la prensa tras el duelo –árido y hosco–, que le llevó a dejar sin responder algunas preguntas. Más claro: la prensa francesa empieza a impacientarse por la actitud de Luis Enrique y la benevolencia inicial pierde fuelle.
Lo cierto es que el del PSG es un banquillo caliente. Al estar en su segundo año al frente del equipo, la excusa del tiempo también pierde fuerza frente a las críticas, en un momento en el que, como le lleva pasando a la escuadra de la capital de Francia desde el aterrizaje de los cataríes, el equipo se muestra firme en su país pero se tambalea con facilidad en Europa.
Las estadísticas no engañan. Luis Enrique ha perdido cuatro de sus seis últimos partidos europeos, tantas derrotas como en los 16 anteriores duelos continentales del club. Además, en tres de los últimos cuatro duelos no ha logrado marcar. Y es justo ese punto, el de no tener un goleador en el equipo, lo que hace que se le eche más en cara no llevar a una pieza tan desequilibrante como Dembelé.
Esa es justo la pregunta que se plantea L'Équipe. Entendiendo que Luis Enrique debe manejar el vestuario para poner orden, de igual modo no ven claro que dejar fuera a un jugador como Dembelé sea un lujo que se pueda permitir el entrenador, ya que su sustituto, un Désiré Doué de tan solo 19 años, parece estar demasiado verde para las grandes citas. La gran duda ahora es si el conflicto entre ambos tendrá rápida solución o si se enquistará para perdurar en el tiempo.