Se ha montado el escándalo en Francia. Lo que debía ser una jornada de celebración y unidad en contra de la homofobia y la transfobia ya no lo es. Según informa el diario local La Depeche, cinco jugadores del Toulouse, flamante campeón de la Copa de Francia, se han negado a disputar el partido de liga de este domingo porque se usarán camisetas con un arcoíris en todos los encuentros de la jornada.
No se trata de una iniciativa que haya sorprendido a nadie. La Liga francesa (Ligue 1) ya ha hecho esto mismo otros años con el objetivo de que el fútbol profesional participe en el Día Mundial contra la Homofobia y la Transfobia, que se celebra el próximo día 17.
Está por ver cómo queda el asuntos. El mencionado medio señala que los jugadores serían Zakaria Aboukhlal, Moussa Diarra, Farès Chaibi, Saïd Hamulic y Logan Costa, aunque este último ha tomado cartas en el asunto para señalar a L'Equipe que él no ha comunicado a los responsables del equipo que no quiera jugar en el choque que les enfrenta esta jornada con el Nantes, justo el rival al que derrotaron el pasado 29 de abril en la Copa de Francia por 5-1.
Al jugar en la máxima división del fútbol galo y ser hasta cinco futbolistas, lo ocurrido en el Toulouse ha tenido mayor impacto, pero no han sido los únicos que han tomado ese camino para oponerse al plan de la Ligue 1. En segunda división, Donatien Gomis, defensa senegalés del Guigamp, también ha rechazado jugar esta jornada, añade La Depeche.
Aunque lo que está ocurriendo pueda sorprender, no es algo que no se haya vivido antes en Francia. Sin ir más lejos, el año pasado, el entonces jugador del París Saint-Germain Idrissa Gueye rechazó jugar el partido con la camiseta con los colores de la bandera LGTBI+, alegando simplemente motivos personales.
En aquella ocasión, el Comité de Ética de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), le emplazó a una comparecencia para dar explicaciones, aunque todo quedó en una conversación, ya que no tiene potestad para imponer sanciones. En cualquier caso, el centrocampista senegalés acabó siendo traspasado en verano del año pasado al Everton inglés, donde ya había militado entre 2018 y 2019, por unos 10 millones de euros. Que se tratase de un jugador de Senegal no es casualidad, ya que allí la homosexualidad está prohibida y castigada con penas de 1 a 5 años de prisión.