Fernando Mateos4 min lecturaEl fútbol ha ido cambiado con el paso de los años. Una evolución que no sólo tiene que ver con los conocimientos tácticos de los entrenadores o la preparación técnico y física de los jugadores. Las reglas del ‘deporte rey’ también han ido cambiando y han hecho que el juego se transforme.
Hoy día nadie entiende un partido de fútbol sin que el árbitro pueda castigar las infracciones de los jugadores con tarjetas amarillas o rojas, pero lo cierto es que en sus comienzos no existía esta forma tan eficiente para frenar las irregularidades de los participantes. Esto no quita, sin embargo, que en cada encuentro surjan debates sobre el color de una cartulina u otra, pues en muchas ocasiones la decisión del colegiado se encuentra en el filo de la navaja y depende de su interpretación.
Fue en el Mundial de México de 1970 cuando se probó la idea de mostrar cartulinas amarillas y rojas a los jugadores en función de diferentes criterios, siendo todo un éxito, si bien su generalización en las ligas europeas se llevó a cabo de forma gradual a lo largo de los siguientes años.
Genéricamente, la tarjeta amarilla en el fútbol se utiliza para advertir a un jugador ante un comportamiento antideportivo o por infringir de manera reiterada las reglas del juego. Pero lo realmente importante es que de ese modo, el futbolista queda amonestado y eso puede cambiar su comportamiento, puesto que si ve una segunda amarilla será expulsado del terreno de juego con tarjeta roja.
Así, se consideran motivos de amonestación las siguientes infracciones: retrasar el reinicio del juego; entrar en el campo sin el permiso del árbitro; no respetar la distancia; cualquier conducta antideportiva u observaciones al árbitro; intentar engañar al colegiado; faltas o manos que cortan un ataque prometedor del rival; celebraciones de gol extralimitadas; gesticular o actuar de una manera provocativa o trepar a una valla y acercarse a los espectadores.
Por su parte, existen acciones que son merecedoras, directamente, de la tarjeta roja, que conlleva la inmediata expulsión del infractor terreno de juego sin posibilidad de ser relevado por un compañero, aunque también la pueden ver aquellos jugadores y miembros del cuerpo técnico que se encuentren en el banquillo, teniendo que abandonar el área técnica.
Así, las cartulinas rojas se muestran por entradas violentas o que ponen en riesgo la salud física del rival, así como las faltas de respeto hacia los rivales y el árbitro, si así lo considera el colegiado. De forma más concreta, los motivos que merecen este castigo son las siguientes acciones antideportivas: juego sucio grave, conducta violenta, escupir a una persona, tocar el balón con la mano de forma deliberada para negar una oportunidad clara de gol; negar una oportunidad de gol con una falta; lenguaje o gesto ofensivo, agresivo o abusivo; o recibir una segunda amonestación.