Luiz Felipe tan sólo ha estado un año en el Real Betis, pero la imagen que dejó caló entre los aficionados y su ausencia no ha podido cubrirse hasta esta misma semana, con la llegada de Sokratis Papastathopoulos.
Su salida, ya con el mercado de verano cerrado estuvo a punto de crear un cisma en el club con las palabras de Pellegrini diciendo que si lo vendían era una "irresponsabilidad" y la contestación de Ángel Haro de que no podían rechazar operaciones como ésa y que el Betis diera números negativos todas las temporadas. El técnico bético, tras consumarse la salida, dejó claro que entendía la venta por la necesidad del club y confió en que llegara un sustituto, ahora o en enero.
La lesión de Bartra, que obligaba a Pezzella a jugarlo todo hasta enero, desencadenó el fichaje de Sokratis, pero el Betis sigue abierto a traer un nuevo central en el mercado invernal que permita unas rotaciones que no se están pudiendo dar en esas posiciones.
Luiz Felipe se marchaba después de 34 partidos en el Betis, en los que dejó una imagen de central expeditivo y contundente. Sin embargo, esas cualidades que gustaron tanto a la parroquia verdiblanca no le parecieron tan oportunas a los árbitros a lo largo de la pasada temporada. El central italo-brasileño no jugó más con el Betis debido a las sanciones que provocaron sus tres cartulinas rojas y seis amarillas, que le hicieron perderse varios partidos por sanción.
Cierto que en algunas de ellas, especialmente las dos expulsiones ante el Celta, tuvieron mucha culpa los diferentes árbitros y el 'teatro' de Iago Aspas, pero los colegiados le tenían cogida la matrícula y no dudaban en amonestarle a la menor opción.
Su llegada a la Saudí Pro League ha cambiado esta dinámica. Desde que llegó al Al-Ittihad sólo ha visto una cartulina amarilla en la competición doméstica, en la que ya acumula seis partidos y es titular indiscutible -sólo se ha perdido los últimos 23 minutos de su debut ante el Al-Okhdood y por lesión-. Habría que añadir otras dos en Copa y en la Champions africana, pero allí ha vuelto a la dinámica del fútbol italiano, donde sólo fue expulsado en una ocasión en 144 partidos.
Sólo en España sancionaron su estilo de juego de esa forma, lo que hace pensar que no es tanto por la forma de jugar del internacional transalpino sino por el rasero que los árbitros españoles a la hora de sancionar cualquier entrada.