El PSV, rival del Sevilla FC en la ronda intermedia de la Europa League, parte con gran desventaja este jueves, tras el 3-0 de la ida, aunque intentará dar la vuelta a una complejísima eliminatoria que dará paso a los octavos de final de la competición fetiche por excelencia en Nervión. Sin embargo, el ambiente estará caldeado en Eindhoven, una ciudad mágica para todo el sevillismo. No en vano, fue en el Philips Stadion, hace casi trece años, cuando comenzó el idilio de los blanquirrojos con esta competición. Después de aquel histórico 0-4 contra el Middlesbrough, llegarían cinco títulos más en otras tantas poblaciones del Viejo Continente, aunque la capital del Brabante Septentrional quedará grabada en los anales del sevillismo. Evidentemente, el amplio marcador del jueves pasado ha restado interés al desplazamiento, por lo que, pese a las previsiones de que los de Sampaoli estarán acompañados por unos 800 hinchas, serán menos los que conformen la marea blanquirroja en tierras neerlandesas.
Con todo, estarán bajo una lupa, tras las fuertes cargas policiales en los prolegómenos del primer partido. Los casi 3.000 aficionados del PSV (2.915 con entrada accedieron al Ramón Sánchez-Pizjuán) pasaron las horas previas al encuentro en la capital hispalense junto a los pocos establecimientos a los que se permitió servir comida y, sobre todo, bebida, pues el fuerte dispositivo de seguridad, al ser calificados ya de Alto Riesgo todos los partidos internacionales después de los incidentes previos en otras rondas de Champions, apenas permitió licencias en forma de deterioro de mobiliario público. Esta represión causó un gran revuelo en los Países Bajos, donde varios colectivos de aficionados se quejaron por la innecesaria violencia de las fuerzas del orden, hasta el punto de la que la propia entidad de la Eredivisie ha denunciado la situación a la UEFA, quejándose verbalmente y por escrito del trato recibido por los seguidores.
En concreto, el PSV expresó al delegado del máximo organismo del fútbol europeo presente en el Pizjuán lo que le relataban los portavoces de su hinchada, recopilando estos días más testimonios para elaborar un informe más amplio y cubrirse las espaldas ante posibles sanciones, ya que consideran que el uso de la fuerza fue desmesurado, pues no había una actitud amenazante y se lanzó a un caballo contra la masa, entre la que había menores de edad, resultando varios de ellos contusionados y lastimados. De todas formas, en Eindhoven tampoco pueden presumir, ya que, por ejemplo, el Philips Stadion ha limitado a prácticamente la mitad el aforo de la zona visitante, normalmente de más de 1.500 plazas, al percibir y constatar con un estudio arquitectónico que, con tanta gente, el graderío bota y puede ceder. No está previsto apuntalarlo hasta la campaña venidera, por lo que, por ahora, sólo se despachan 770 entradas para los aficionados foráneos, partida que no habrían agotado los sevillistas.