Con solo una derrota en los últimos diez encuentros, el Deportivo de La Coruña atraviesa su mejor momento de la temporada. Gracias a la victoria del pasado fin de semana frente al Cádiz, con un solitario gol de Mario Soriano, los de Óscar Gilsanz se han metido de lleno en la pelea por los puestos de playoff de ascenso a Primera División.
A tan solo seis puntos de la zona noble, y ocupando la undécima plaza, la ilusión ha vuelto a Riazor. Aunque el entrenador mantiene la cautela, reconociendo que el objetivo es pensar “partido a partido”, también admite que el propósito del club es volver a la élite. "Queremos construir algo más profundo que resultados puntuales, una identidad fuerte y competitiva", afirmó tras el partido. "Nos enfrentamos a cada duelo convencidos de que podemos ganar, aunque seamos un bloque joven con muchos debutantes en la categoría".
Cuando Gilsanz asumió el mando, el Deportivo estaba hundido en la clasificación. Llegó tras la destitución de Imanol Idiakez en octubre y fue designado de forma interina tras un proceso de selección fallido. Su estreno no pudo ser más prometedor: una contundente victoria por 1-5 en Cartagena. Tres días después, el club oficializó su continuidad, aunque con contrato solo hasta final de temporada.
Además de los resultados, Gilsanz aporta algo que en el Deportivo se valora especialmente: conocimiento profundo del club y de su cantera. En sus siete años vinculado a la entidad, ha dirigido al Laracha, al Juvenil A y al Fabril, siendo un referente en el crecimiento de muchos jóvenes talentos de Abegondo.
Su mayor éxito llegó en 2021, cuando llevó al Juvenil al título nacional, venciendo al Real Madrid en semifinales y al Barcelona en la final. Aquella hazaña permitió al Dépor disputar la Youth League, con un Riazor lleno como nunca. Aunque esa competición la dirigió Manuel Pablo, fue Gilsanz quien había forjado ese equipo antes de ser ascendido al Fabril, con el que logró el ascenso a Segunda RFEF en 2023.
Más allá de los logros deportivos, Gilsanz ha demostrado ser un técnico sereno, ajeno a polémicas, incluso en momentos complicados como decisiones del VAR que afectaron al equipo. Su mensaje antes del choque ante el Cádiz fue claro: "Estoy donde quiero estar y me encantaría contribuir al regreso del Dépor a Primera".
Con su contrato finalizando en junio, el técnico ha dejado claras sus intenciones de continuar. Ahora, la pelota está en el tejado de Fernando Soriano, que debe decidir si da continuidad al proyecto. Los números avalan al técnico de Betanzos, que ha devuelto la esperanza a la parroquia blanquiazul. El futuro de Gilsanz está más presente que nunca en las oficinas del club.
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