Los aficionados del Real Club Celta de Vigo acuden a Balaídos esta temporada con otra cara. De hecho, sólo han perdido un partido en casa y fue ante el Atlético de Madrid en el descuento. Los celestes son el tercer mejor combinado de Primera división como local. Allí han sumado diez de los 13 puntos que ondean en el casillero. Casualmente, el triunfo antes del parón frente a la UD Las Palmas fue el único logrado lejos del municipio vigués. Una imagen que dicta mucho de lo que se vio el campeonato anterior de la mano de un técnico refutado como Rafa Benítez.
El año del Centenario no se recordará con agrado en Vigo. La apuesta era poderosa en principio, pero las cosas no salen siempre como se planean. La presidenta Marián Mouriño encomendó el ilusionante proyecto de los 100 años a un entrenador considerado entre los grandes. Rafa Benítez había dirigido a grandes equipos a nivel europeo: Valencia, Liverpool, Chelsea, Real Madrid, Nápoles... pero en Vigo no fue capaz de dar con la tecla. Su crédito fue superior al resto de los mortales, pero terminó cayendo para perplejidad de una afición agotada y carente de alegrías en tan señalada fecha.
Aguantó Benítez 28 jornadas de Liga y cinco partidos de Copa del Rey. Encaramados a la parte baja de la clasificación desde el inicio del campeonato, la dirección deportiva celeste le aguantó más de lo debido. Y todo se debía un motivo concreto: su finiquito. Finalmente, en marzo y tras una estrepitosa derrota en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid, fue destituido. Su despido costó al club seis millones de euros. Un paso de puntillas que abrió camino a una solución de emergencias. Claudio Giráldez dejaba el Fortuna en Primera Federación y se hacía cargo del primer equipo. Su celtismo y conocimiento de la casa, claves.
Y la solución ha sido eficaz. El de Porriño le cambió la cara al equipo en la recta final de la campaña pasada logrando la permanencia. La apuesta pasa por la cantera y de momento está dando sus frutos. Son muchos los jugadores ya afianzados en el primer equipo que han progresado desde el filial: Javi Rodríguez, Carlos Domínguez, Damián Rodríguez, Hugo Sotelo, Hugo Álvarez, Pablo Durán, etc.
El equipo tiene un nuevo sello que nada tiene que ver con lo mostrado en el pasado. Las piezas del puzle han encajado en casa. El Celta de Vigo fue uno de los equipos de Primera que menos gastó en fichajes este verano. En concreto, sólo llegaron como cedidos Borja Iglesias (Real Betis) e Ilaix Moriba (RB Leipzig), más el aterrizaje a coste cero de Marcos Alonso procedente del FC Barcelona. La fórmula estaba en la casa y Giráldez 'borra' de un plumazo el recuerdo de Rafa Benítez.