El Celta de Vigo, con Claudio Giráldez al frente, lucha por evitar un descenso que supondría, además un fracaso deportivo, un duro varapalo económico. Con sólo tres puntos de ventaja sobre el Cádiz, el peligro está ahí, pero el club ya ha trazado las líneas maestras de la planificación de la próxima temporada en caso de permanencia.
Antes de entrar en nombres y negociaciones, lo que dependerá obviamente del resultado de esa pelea por la salvación, lo que sí tiene claro el consejo de administración que preside Marián Mouriño es que el dinero debe estar en el campo, por lo que la idea es destinar todos los recursos generados a reforzar y asumir los salarios de la plantilla, tal y como apunta La Voz de Galicia.
Para el presente curso, el club celeste aprobó el mayor gasto de su historia para la confección de la plantilla, alcanzando un límite salarial de 81,3 millones de euros dentro de un presupuesto global de 103 millones. Y, aunque las cosas no han marchado como se esperaba, el plan es repetir esta fórmula si el equipo continúa en Primera división.
Ni siquiera el despido de Rafa Benítez afectará a esta hoja de ruta económica-deportiva, por más que su salida suponga un importante desembolso que todavía se discute. De hecho, el técnico madrileño exige cobrar los tres años de contrato que firmó, mientras que el club gallego alude a la existencia de cláusula liberatoria tras la segunda temporada, lo que deja en litigio el elevado salario de una campaña completa.
Pese a todo, el Celta no maneja por ahora que esta situación vaya a provocar un déficit en el presupuesto aprobado, pese a tratarse de un gasto extraordinario que no estaba contemplado, como la salida de Luios Campos y la contratación de Marco Garcés como director de fútbol.
No se descarta, eso sí, que pueda producirse algún movimiento de compraventa antes del 30 de junio, como sucedió en los dos últimos veranos con los traspasos de Brais Méndez y Javi Galán. Pero lo que sí ha rechazado la entidad celeste es recurrir a un préstamo para hacer frente al despido de Benítez, como ha hecho por ejemplo el Sevilla FC para salvar sus cuentas.
Al mismo tiempo, esto no significa que el curso pueda acabar con números rojos. De hecho, la pasada campaña ya se vivió esa situación, pero fueron los fondos propios de la sociedad los que absorbieron unas pérdidas de 13 millones de euros, fruto en buena medida de las rescisiones de Eduardo Coudet y Santi Mina (3,5 millones). Este año, merced a Benítez, el agujero podría ser mayor, pero en Balaídos están tranquilos. El plan sigue siendo el mismo: el dinero, en el campo.