Tras el crucial triunfo del Celta ante el Granada, Rafa Benítez expresaba su satisfacción. Este partido resultó vital para las aspiraciones de ambos equipos, y los tres puntos logrados permiten, al menos momentáneamente, que los vigueses abandonen la zona de descenso. El técnico madrileño no solo celebraba el resultado, sino también el desarrollo del encuentro, que le dejaba aún más complacido. La destitución del técnico madrileño ahora mismo no se tiene en mente, todos confían en él.
Tras el empate frente al Rayo Vallecano, donde el Celta tuvo un desempeño discreto, Benítez expresó su satisfacción por sumar puntos fuera de casa y mantener la portería imbatida. Aunque la alegría no fue completa, ya que el juego con balón no respondió a sus expectativas, con numerosas pérdidas que desperdiciaron valiosos contragolpes.
Los jugadores respaldan la visión de su entrenador, existe unidad en el vestuario, y consideran a Benítez como el líder ideal para el proyecto. Muchos destacan que ha contribuido a mejorar defensivamente, algo respaldado por las estadísticas. Aunque la eficacia en la delantera sigue siendo una asignatura pendiente, la obsesión inicial de Benítez avanza positivamente.
No solo el vestuario respalda al técnico, sino también el club. La nueva presidenta, Marián Mouriño, lo catalogó esta semana como el "idóneo" para el banquillo, desmintiendo cualquier rumor que cuestionara su continuidad. A falta de la última jornada del año en Villarreal, la posición de Benítez se ha fortalecido considerablemente en comparación con la semana anterior.
En conclusión, la victoria frente al Granada no solo proporciona alivio en la lucha contra el descenso, sino que también consolida la confianza en el proyecto de Benítez. No obstante, el verdadero motivo que impide o complica la destitución de Rafa Benítez responde al factor económico, tanto en cuanto Carlos Mouriño, con el Centenario de la institución como fondo, realizó en verano la mayor apuesta de su mandato con Benítez, con un sueldo astronómico que ahora condiciona y limita el margen de maniobra.
No en vano, firmó por tres temporadas a razón de cinco millones brutos anuales, lo que supone que, si ahora lo despiden, tendrían que abonarle un finiquito mayúsculo que dejaría muy tocadas las arcas del Celta, el cual no están dispuestos a abonar. Por ello, la entidad está teniendo más paciencia de la que suele haber en estos casos con la esperanza de que el equipo remonte el vuelo para así evitar un potente desembolso.