Con la salvación a tiro de piedra, el Celta de Vigo se mueve ya de cara a la próxima campaña con el objetivo de aprender de los errores para no vivir otra temporada tan sufrida. Para empezar, el director de fútbol, Marco Garcés, deberá aligerar una nómina que tiene a más 30 futbolistas con contrato, entre ellos varios cedidos que tienen casi imposible regresar.
La opinión de Claudio Giráldez, obviamente, será muy tenida en cuenta a la hora de confeccionar la plantilla, quedando señalado, de forma sorprendente, un jugador que aterrizó el pasado verano como el fichaje estrella de Luis Campos, el anterior director deportivo celeste.
Llamado a marcar diferencias, Jonathan Bamba fue un fijo para Rafa Benítez, perdiéndose sólo los partidos en los que estuvo concentrado con su selección en la Copa de África aunque sus números son discretos: dos goles y dos asistencias.
Pero con el nuevo técnico, su protagonismo ha caído en picado. En los tres últimos encuentros, el internacional marfileño sólo ha sumado 25 minutos de juego ante la UD Las Palmas, quedándose en el banquillo ante el Alavés y sin convocar frente al Villarreal.
La conclusión que muchos sacan en Vigo es que no encaja en la idea de juego de Giráldez, lo que podría colocarlo en el mercado en verano. Además, como llegó gratis hace sólo un año, su salida podría generar una importante plusvalía. Pero el problema es que su cotización se ha visto mermada por su discreta campaña en Balaídos, con lo que se teme que la previsible ganancia no sea tan relevante.
Según el portal especializado Transfermarkt, Bamba estaba valorado en 20 millones de euros en junio de 2023, nada más acabar la pasada campaña con el Lille; cinco kilos por debajo del techo alcanzado en su carrera dos años antes, cuando ganó el campeonato galo con su ex equipo.
Pero su valor de mercado ha ido menguando a lo largo del presente curso, pasando a los 14 millones de euros el pasado mes de diciembre y colocándose en 10 en la actualización llevada a cabo en el mes de marzo. Una cotización que no conocía desde su etapa en el Saint-Étienne, el cual abandonó en 2018.
Con 28 años y contrato en vigor hasta 2026, el Celta debe decidir ahora qué hacer con uno de los futbolistas con el sueldo más alto de la plantilla. En otras circunstancias su venta habría sido un negocio redondo, pero en la actual situación, ya no está tan claro.