Lo verbalizaba este martes Manuel Pellegrini durante su rueda de prensa ante los medios de comunicación, aunque quizás haga falta algo de contexto para entender a qué se debe esta declaración de intenciones. "Vamos a esperar a tener el logro en la mano. Si lo conseguimos ante el Getafe, será fenomenal, pero, incluso lográndolo, intentaremos llegar lo más arriba posible en las dos jornadas que quedan", argumentaba el chileno, dando el valor que merece a la tercera clasificación consecutiva para la Europa League, un hito sin precedentes en la centenaria historia del Real Betis, y restando dramatismo a que se esfumen las opciones de Champions League, objetivo impostado por culpa de la crisis inicial del Sevilla FC, que abrió la lucha por esa cuarta plaza que solía ser en los últimos años propiedad nervionense. Se soñó con subir un escalón, pero no se puede utilizar ese 'caramelo' como una presión añadida.
En el vestuario heliopolitano, un recinto sagrado en el que sólo entran libremente los profesionales que tienen que ver directamente con la gestión del primer equipo, se ha practicado una profunda reflexión, dirigida por el 'Ingeniero' y las voces más autorizadas. Joaquín, Bravo, Guardado, el mismo Canales... Hablan y se les escucha, se les respeta. Los primeros, incluso sin jugar lo que deseaban y molestos por esta situación, han apretado a los compañeros como nunca, ayudándoles, arropándoles, 'picándoles' cuando supieron que podían dar más y levantándoles cuando alguno bajaba la cabeza. Los días previos a la visita a San Mamés fueron importantes. Y, una vez atados esos tres importantísimos puntos, los abrazos, los gestos cara a cara que significan '¿ves como sí, como podíamos?' y las palmadas de aprobación copaban el festejo. Tras el derbi, muchos acudieron a Miranda, aplaudiendo su deseo de disculparse con su equipo y con Navas, así como acompañándole a hacerlo. Pero también haciéndole ver que fallar fallan todos. Y que eso tenía que ser una excepción que confirme la regla que dice que, desde que se fue Álex Moreno, el rendimiento del olivarense ha subido varios puntos.
Las asperezas que pudiera haber, porque son muchos años juntos la mayoría y las relaciones se erosionan, parecen haberse limado en su mayoría. Los clanes, generalmente construidos a partir del dominio de un mismo idioma o la pertenencia a una misma nacionalidad, existen en todos los clubes, aunque, hasta la fecha, el Betis consiguió que no fueran excluyentes, en parte porque dos suramericanos son capitanes y/o voces autorizadas, que imbrican e implican a unos grupos con otros, que socorren y que reprueban si es necesario, pero siempre desde la crítica constructiva y la experiencia. Los hay, como es normal, disgustados por su ostracismo, aunque la tónica dominante, una vez empieza un partido, es la de no ver a un compañero que le ha quitado el puesto, sino a un compañero que persigue el mismo objetivo. Por lo anterior, en el día a día, ha habido una mala respuesta que no se solucionó en su momento, un ademán tras una entrada que molestó más al infractor que al damnificado o una sonrisa mal interpretada cuando se discutía algo serio. Pasa en todos los colectivos. Pero, por ejemplo, hace pocos días hubo un gesto de complicidad entre dos que se hablaban lo justo que se celebró como un título.
El Betis, al menos así se percibe en las entrañas de su vestuario, ha llegado bien de ánimos y fuerzas a esta recta final. Con la gasolina justa y el visor del punto de mira empañado, aunque con las ideas claras y el compromiso intacto. Por eso, lo que verbalizaba Pellegrini es una conjura muy reciente, gestada a partir de Bilbao y sin secuelas tras el 0-0 en el Sánchez-Pizjuán. Se ha hablado lo que desde fuera pudo entenderse como desidia o dejadez de funciones, unos servicios mínimos incomprensibles ante un Sevilla FC plagado de suplentes. La autocrítica se ha hecho y el propósito de enmienda tiene un desafío tangible: hay que asegurar ya, que no pase de este miércoles, la sexta plaza... para pelear 'a full' por la quinta. Y no es una cuestión baladí relacionada con lo económico, porque el premio es idéntico (pasaporte a la Fase de Grupos de la Europa League), aunque LaLiga premie con unos cientos de miles de euros más según la posición final. Desde la planta noble del Benito Villamarín se ha trasladado a los profesionales que las posibilidades de que la UEFA excluya un año de sus competiciones al Barcelona por el 'caso Negreira' son "muy factibles", por lo que el premio de la Champions sería para cuatro equipos a partir del segundo.
De vencer este miércoles al Getafe, con el objetivo principal en el zurrón, quedará visitar al Girona y recibir al Valencia, que podría llegar ya matemáticamente salvado a esa última jornada. Los castellonenses se miden también unas horas antes que el Betis a un Cádiz con el agua al cuello, comparecerán luego en Vallecas (puede que con el Rayo ya sin opciones europeas, pues debe ganar mañana al Real Madrid) y terminarán ante el Atlético de Madrid, que defiende la segunda plaza y, lo que es quizás más importante, quedar por encima de los merengues. El conjunto de Setién está cuatro puntos por encima de los verdiblancos, si bien tienen el 'goal-average' perdido con ellos, por lo que, si los de Pellegrini firmasen un pleno, están seguros de que el Villarreal se dejará puntos en esta recta final. Un aliciente que no debe quedar en palabras, sino en hechos. De momento, la conjura ha sido masiva y ha espoleado a un grupo, el heliopolitano, necesitado de incentivos.