Siete goles y dos asistencias en 13 partidos han colocado a Loren Morón como 'pichichi' de la Superliga griega. Todo un despertar para el marbellí, que admite haber "perdido dos años" en una carrera corta para los futbolistas de elite. Al borde de la treintena, el delantero que se terminó de formar en Los Bermejales ha recuperado sensaciones en un Aris de Salónica más histórico que potente, pero donde convive una ingente colonia española de la que forma parte su compañero en los últimos años en el vestuario del Real Betis Martín Montoya y otro ex verdiblanco como el mediocentro Rubén Pardo; los otrora sevillistas Julián Cuesta (portero) y Valentino (lateral derecho); el central Fran Vélez; el mediapunta Manu García; y el extremo Kike Saverio. Una aventura provechosa que, lejos de ser un retiro anticipado, puede ser un punto de inflexión para el dorsal 80 de los aurinegros, con contrato hasta 2025 y por el que ya empiezan a preguntar clubes de mayor enjundia.
“Sinceramente, tuve una charla con Manuel Pellegrini y me aconsejó venir aquí. También pensé que tenía 29 años y todavía no había salido de España. Yo me veo reflejado en mi padre, que también fue futbolista y siempre se ha arrepentido de no salir del país y ver mundo gracias al fútbol. Lo hice, sobre todo, por eso, por salir de mi zona de confort. Futbolísticamente, igual había cosas mejores, pero sabía que aquí también iba a estar genial. Hablé con Julián, que lleva aquí unos años, y me dijo que era un buen sitio para salir por primera vez. Y no me ha engañado. Estoy encantado”, confiesa Loren en una entrevista con 'As', donde recuerda que el 'Ingeniero' fue sincero la pasada pretemporada: "Ya me dijo que tenía que buscar una salida. Tanto por mí como por el club. Llevaba un tiempo sin continuidad y fue muy claro. Me dijo que venir a Grecia era una muy buena oportunidad, que tenía cualidades y necesitaba volver a jugar mucho y meter goles. Pensaba que el Aris era una buena opción".
No esconde el costasoleño que el último empujón se lo dio, precisamente, el entrenador que le condenó al ostracismo, en parte porque, nada más llegar, él tenía una Covid persistente que le hizo ponerse a tono ya casi con la 20/21 empezada. "Al principio creía que había rechazado la oferta y me preguntó los motivos, pero le dije que no, que estaba pensándomelo. Fue cuando hablé con Julián y, una semana después, ya estaba aquí jugando la previa de Conference League”, aclara el punta, que tuvo opciones en Oriente Medio: “Vine con la idea de volver a sentirme futbolista, tener muchos minutos, meter goles... En el Betis no tuve continuidad, pero entrenándome me encontraba bien y marcar no se me había olvidado. Lo único que creo que necesitaba era confianza. Es algo que creo que aquí tengo. El otro día, por ejemplo, anoté ante el Panathinaikos, pero me fui cabreado porque podía haber hecho dos más. Me estoy autoexigiendo mucho, porque hay equipos más buenos que el Aris y delanteros que tienen muchas más facilidades para meter gol. Tengo que ser efectivo para poder pelearme con ellos y seguir arriba en la tabla de goleadores”.