Valladolid
Betis
Tener a Giovani Lo Celso e Isco Alarcón es una auténtica gozada. A nivel individual o incluso de relación con la pelota con el resto de sus compañeros, ambos dejan sobradas muestras de su calidad. A la hora de conectar entre ellos, en cambio, el Real Betis sigue sin dar con la tecla para pesar de un Manuel Pellegrini que se empeña en echar al rosarino a una banda y luego siempre el primer cambio es para devolverle a zonas más interiores. Si a eso se le suma que en defensa estuvo desordenado y que tiene una carencia de gol alarmante, no debe extrañar que vuelva de vacío de tierras pucelanas.
Así jugaron, uno a uno, los futbolistas alineados por Manuel Pellegrini en el encuentro ante el Real Valladolid (1-0) disputado en el Estadio José Zorrilla de la capital pucelana y correspondiente a la jornada 19 de LaLiga EA Sports, la última de la primera vuelta:
El titular en Copa del Rey sigue siendo el elegido para suplir a Rui Silva, ya lo hizo en la lesión del luso y repite tras su marcha. El Valladolid tuvo muchas llegadas reseñables pero casi todas se fueron desviadas sin llegarle a obligar a intervenir. En el gol le marcaron a bocajarro y su acción más destacada fue un remate de cabeza en el área rival en el 101'.
Día para olvidar en el siempre fiable lateral senegalés, que daba abasto para tapar las númerosas vías de agua que se abrían cuando el cuadro local irrumpía siempre en aplastante superioridad por su zona con Rosa, André, Moro y hasta Kike Pérez. Acabó siendo sustituido, totalmente fundido de perseguir rivales. Sin fuelle ni fe para generar incidencia con sus internadas, casi ni se le vio en ataque y la escasa vez que se asomó fue poco preciso.
El central madrileño viene demostrando durante toda la temporada que es un maestro a la hora de posicionarse y de medir los tiempos, así como un valladar en los balones aéreos. El problema esta vez fue que los delanteros del Valladolid le pillaban fuera de zona una y otra vez.
Si ante el Huesca formó un tándem muy sólido con Llorente, en Valladolid se vio otro partido totalmente distinto. Incómodo en todo momento el brasileño, que sólo destacó un poco en su loable ayuda a sacar el balón desde atrás cuando la muralla pucelana bloquea la salida habitual. Dio 49 pases buenos en 52 intentos (94 por ciento).
La diferencia entre ser y estar. Está ahí, sobre el campo y hasta se hincha a correr; pero sus esfuerzos resultan totalmente improductivos a nivel personal y, sobre todo, en el plano colectivo. Sólo la condición de apercibido de Perraud sirve para entender por qué el suizo se chupó los 90 minutos.
Partido de mucho trabajo y sacrificio (se llevó varios 'regalitos' del rival) pero de escaso acierto. Le perjudicó la presión irregular del Betis, que fue estirando en exceso las líneas, haciendo larga la formación y siendo víctima propicia para las transiciones rápidas del Valladolid.
No para de trabajar, pero está claro que es el eslabón más débil de la cadena, correcto sin balón aunque sin la omnipresencia de Johnny y mucho más limitado en la salida que Cardoso, Lo Celso o Isco, por lo que suele apartarse en la salida cayendo a veces en una aparente intrascedencia desmentida por las estadísticas: 38 de 39 en pases (97%) y 8 duelos ganados de 11, con sólo dos pérdidas por tres robos y otros tres despejes.
Tiene tanta calidad que mejora cada jugada en la que participa mínimamente. El problema es que no se puede permitir el lujo de intervenir tan poco. Tuvo una falta y un 'penalti a balón corrido' en los que tampoco acertó. En el costado derecho su luz sólo parpadea de manera irregular y, además, esta vez su ayuda en defensa dejó mucho que desear. Tampoco se entonó como mediocentro, fue amonestado y Pellegrini decidió retirarle tras una de sus peores actuaciones de este curso.
Todas las pelotas pasan por sus pies. Es una descripción y también una orden no escrita. Hasta el punto de que si se tropieza, sus compañeros paran la jugada para esperarle. En un Betis muy intermitente, es una delicia cada control orientado, cada cañito y cada balón filtrado. Sin estar aún en plenitud física, su trascendencia en el juego es primorosa. Para lo bueno y para lo malo también.
Prácticamente imparable en carrera -lesionó al recién entrado Comert con un quiebro en seco-, se le apaga la luz en el área. Lo que sí hay que destacar a su favor es que su falta de puntería no le resta ganas de seguir intentándolo. Hasta tres disparos peligrosos acumuló antes de irse desinflando poco a poco en la segunda mitad hasta dejar su sitio a Jesús Rodríguez.
El abrazo paternal de Adrián tras la salida de vestuarios para la reanudación sirve para explicar la situación del delantero. No se le puede negar que se esforzó en ofrecer movilidad, realizar movimientos de descarga, pedir balones al espacio e incluso bajar pelotas aéreas. A nivel de voluntad, bien; a nivel de ejecución y especialmente a nivel físico, suspenso.
Sorprendió de inicio con Ricardo Rodríguez y Bakambu, pues ninguno de los dos aprovechó la oportunidad. Fueron dos de las cuatro noticias del once. Otra fue la continuidad de Natan por el tocado Bartra (en el banquillo) y la última la insistencia en echar a la derecha a un Lo Celso que se apaga fuera de zonas centradas. Sigue sin encontrar la manera de conectarle con Isco, pese a que el malagueño ha vuelto en plena lucidez. En la previsible tarea de desandar lo andado fueron los primeros cambios, antes de acabar acumulando efectivos arriba para volver a corrobar que no, no tiene gol. Si encima en defensa se desordena...
Salió unos minutos como extremo para que Lo Celso jugase más dentro antes de volver al lateral, donde mostró velocidad punta para frenar a Moro y carácter para liderar el último arreón del Betis en busca del empate.
Nada de nada. Salió por un desafortunado Bakambu y el Betis no notó nada, igual que sucedió la semana pasada en Copa. 'Tigrinho' ha fallado ocasiones y ha mostrado ansiedad todo el curso, pero nunca se le había visto tan desanimado. Un buen pase a Jesús Rodríguez y un piscinazo en el undécimo minuto de añadido fue su aportación.
Con muy poco, sus clásicos desmarques de ruptura, hizo ganar metros al equipo. Sólo pudo cazar un balón y lo cabeceó fuera por poco.
De lo mejor del Betis pese a jugar sólo un rato. Percutió de manera insistente por la derecha y gozó de dos ocasiones claras, las únicas de su equipo en la segunda mitad.
El canterano suplió a Lo Celso y cubrió expediente, tapiando el agujero central y evitando complicaciones.