Una de las anécdotas del Real Betis-RC Celta de este domingo la protagonizó uno de los asistentes de Ortiz Arias, colegiado madrileño designado para impartir justicia en el duelo de la jornada 13ª de LaLiga, que terminó 2-2 gracias al tanto postrero de Marc Bartra y a un 0-1 que no debió subir al marcador. En concreto, Guillermo Santiago Sacristán retrasó unos minutos la entrada al campo, tres semanas después, de Giovani Lo Celso. La secuencia, captada desde el Benito Villamarín por el compañero Iván Díaz, resulta un poco ridícula, pues el juez de línea se empeñó en que el rosarino se deshiciera antes de ingresar al poco de la reanudación de una pulsera roja que lucía en su muñeca derecha y que normalmente oculta, a sabiendas de que no gusta a los árbitros. En la 22/23, en un momento idéntico (el zurdo sustituía a un compañero), fue el cuarto árbitro de Gil Manzano el que se lo impidió.
Por segunda vez, al menos que haya trascendido, la 'policía' pilla al mediapunta, que sortea la vigilancia normalmente, bien utilizando manga larga o calentadores de los brazos, bien vendando el amuleto con cinta adhesiva a modo de muñequera. No funcionó la vez anterior, teniendo Quique Setién que cortar literalmente por lo sano, y tampoco en ésta, provocando el enfado del público, de Manuel Pellegrini y de un protagonista que no entendía que se fuera tan 'tiquismiquis', aunque se trata de una norma de indumentaria que vela por la seguridad de los futbolistas en caso de heridas, quemaduras o torceduras, pues se evitan infecciones y el estrangulamiento de la articulación. Para Lo Celso no es una cuestión baladí. Prácticamente para ningún argentino, juegue al fútbol o no, como demuestra el piloto de Fórmula 1 Franco Colapinto, que se ha unido a la moda de las esclavas de tela.
El sentido mágico o de protección de estos complementos data de culturas asiáticas y religiones como el budismo, aunque el origen de esta superstición está en el Mundial de Rusia 2018, cuando el periodista Rama Pantorotto regaló a Lionel Messi de parte de su madre una cinta roja para cambiar la suerte de la selección argentina, que había empatado con Islandia y perdido luego con Croacia, por lo que estaba al borde de la eliminación. El 'crack' rompió su sequía ante Nigeria y abrió el camino de la única victoria de la Albiceleste, suficiente para pasar a octavos de final, donde Francia acabaría con el sueño de un combinado que se vengó en Qatar 2022. No pudo acudir a esta última cita por lesión Gio, que sí estaba, aunque no llegó a debutar, entre los convocados en la anterior cita. El ahora delantero del Inter de Miami se colocó el presente como tobillera y el comunicador, agradecido, compró metros de la misma tela para que Leo regalara pulseras a todos sus compañeros.
Desde entonces, los argentinos, máxime tras la conquista de su tercer cetro dorado y la secuencia de dos Copas América y la Finalissima, confieren a la pulsera roja un poder casi místico. Lo Celso, por ejemplo, la luce siempre en su muñeca derecha en los entrenamientos sin que nadie le diga nada, pero se ha preocupado de esconderla en los partidos oficiales con Villarreal CF, Tottenham Hotspur y Real Betis. En su regreso a La Palmera, con el veranillo de San Miguel apretando aún de lo lindo en la capital hispalense, sorprendía su imagen con manga larga, mientras que sus compañeros lucían las cortas (salvo excepciones como 'Chimy' Ávila). Alguno habrá friolero, claro, pero el ex del PSG tiene otra razón de peso. Cuando le toca salir desde el banquillo, a veces se despista y no oculta a tiempo su tesoro. seguro que no le pasa más...