Visiblemente más delgado a la vuelta de vacaciones, muchos creían que Nabil Fekir iba a ser una bala contra el Austria Salzburgo, pero la realidad es la esperada: como todos sus compañeros, a excepción de los 2-3 más explosivos, el francés evidenció estar en el primer amistoso de pretemporada, con poco más de una semana de entrenamientos en las piernas. Con todo, el capitán verdiblanco lució su calidad en varios regates y cambios de orientación, aunque, para decepción de los menos informados, no se mató recuperando los balones que perdía ni esprintó para buscar un pase en largo que ejecutó de manera deficiente un compañero durante el primer tiempo. Sin embargo, los técnicos y dirigentes están muy satisfechos de la actitud y la aptitud del galo, que cumplía 31 años el pasado jueves durante el 'stage' en Seefeld in Tirol. Y no porque sean una novedad, precisamente, sino por la trascendencia del momento, con un Real Betis en plena transición.
El paso al frente del '8' en físico y compromiso es lo que en el mundo de los negocios se conoce como un 'win win', la típica estrategia negociadora en la que todas las partes salen beneficiadas. Ni que decir tiene que el Fekir de finales de la 23/24, varios pasos de forma por detrás del equipo, lo que indirectamente arrojaba dudas sobre la recuperación de su grave lesión de rodilla, difícilmente podría salir traspasado este verano por un 'transfer fee' y un salario convincentes. No es ningún secreto que en La Palmera necesitan unos 6-7 millones de euros para cubrir la amortización pendiente, por lo que la exigencia es de aproximadamente el doble. Se valoraría, claro, el ahorro de la ficha más alta del plantel, superior a los 15 kilos brutos hasta 2026. Para el de Lyon, lo ideal sería percibir el doble que aquí, unos siete millones limpios, objetivo que solamente podría cumplir en Arabia Saudí, Qatar o Emiratos Árabes. Quizás en Turquía también, pero ya ha rechazado un par de veces ir a la Süperlig.
De confirmar a lo largo de este verano e, incluso, el arranque oficial de curso las buenas sensaciones, la salida de Fekir será más factible. Y, en su defecto, quedarse y recuperar su nivel proporcionaría al Real Betis un refuerzo de lujo, seguramente el mejor posible, combinando la pegada y la clase de siempre con la experiencia acumulada. En caso de plantearse su continuidad, desde la planta noble del Benito Villamarín le pedirían un nuevo esfuerzo en el plano monetario, como el que ya realizó en años anteriores difiriendo cantidades de su sueldo para facilitar la inscripción de otros compañeros. La idea sería prorrogar su contrato una temporada al menos, reduciendo la carga en el presupuesto que supone el mismo. Con todo, no se descarta ni mucho menos que aparezca durante el mes de agosto ese 'mirlo blanco' en Oriente Medio que reúna los requisitos para que todas las partes salgan beneficiadas con un adiós que tampoco obsesiona a Nabil, pero que aceptaría en los términos adecuados.
Como es lógico, la marcha del campeón del Mundo y la de otros 'pesos pesados' en materia salarial (y menos en lo deportivo), como William Carvalho, Juanmi Jiménez o Youssouf Sabaly, se antojan necesarias para acometer los últimos retoques en el equipo, que deberá incorporar, al menos, un central, un lateral zurdo y un delantero centro. Si se vende a Rui Silva, habrá un esfuerzo extra por Álvaro Valles, mientras que, sin Fekir ni el luso-congoleño, sería posible la llegada de un efectivo de cierta enjundia en la segunda línea, donde ya están Ayoze Pérez, Ez Abde, el de Coín, Iker Losada, Pablo Fornals, Rodri Sánchez, Assane Diao y hasta el 'Chimy' Ávila por fuera, más Isco Alarcón y los propios francés y luandés por dentro. Tendría que haber mucha plusvalía de por medio para ir a por Alberto Moleiro, opción aparcada y complicada por el 'affaire' con el meta rinconero. Descartado ya Giovani Lo Celso, hay otros nombres anotados en la agenda, no necesariamente en la zona del '10'.