El Real Betis Balompié espera lograr grandes éxitos durante esta temporada. Por ello, para hablar de esperanza, tienen que conocer el lugar en el que nace. Es esta la razón por la cual el conjunto verdiblanco acudió en la mañana de este miércoles a la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena. Allí tuvo lugar la tradicional ofrenda floral que realiza el club heliopolitano en cada inicio de temporada. En este sentido, representantes del consejo de administración, de la primera plantilla y del cuerpo técnico acudieron al acto. Precisamente, un devoto confieso del club es el segundo entrenador del Real Betis, Rubén Osvaldo Cousillas Fuse, quien lo ha confesado de esta forma a la televisión del club, justo a los pies de la Virgen.
“Yo soy asiduo concurrente de La Macarena. Estoy feliz de que hoy hayamos venido todos a rendirle homenaje y a pedirle por una buena temporada. Yo seguiré viniendo sea cual sea el resultado, porque esto es la fe. Le pido para que el Betis pueda seguir dándole alegrías a esta hinchada tan maravillosa que tenemos”.
Acerca de por qué esta hermandad, Rubén confesó lo siguiente: “Yo soy muy católico. Cuando estaba en Argentina, visité a la Virgen de Luján antes de cada partido que jugábamos durante 25 años. Aquí en la pandemia, hacía caminatas sin rumbo y entré en la Basílica. Me gustó la Virgen, me informé sobre lo que significa y me enamoré de esta Virgen”. Sobre si saldrá de nazareno, Cousillas contestó entre risas: “Para eso todavía falta. Pero la Semana Santa la viví intensamente con mi familia y la verdad es que estoy muy feliz”.
Natural de Roque Pérez, una localidad argentina situada en la provincia de Buenos Aires, el fiel escudero de Manuel Pellegrini es popularmente conocido en la capital sevillana por sus besos a las estampas de los titulares de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena durante cada partido del Real Betis. “Las estampas me acompañan a todos lados”, confesó el argentino.
Sin duda alguna, es un símbolo de la pasión con la que vive la gente en esta ciudad. Tanto los aficionados de los dos clubes punteros en la capital, como los hermanos y fieles de las distintas hermandades sienten con tanta fuerza sus devociones que, incluso, son capaces de transmitirle a personas de otros continentes. En el caso de Rubén Cousillas, el día en que regrese a Argentina, (si es que no se queda atrapado aquí en la ciudad), lo hará como bético y macareno.