Joaquín Sánchez acudió a El Hormiguero junto a su esposa, Susana Saborido, para presentar junto a Pablo Motos el documental 'La penúltima y me voy', el cual protagoniza con su familia para contar su historia más allá de los terrenos de juego. Pese al tono distendido que tienen todas las entrevistas en este programa, el del Puerto de Santa María no pudo evitar sincerarse y dejar claro que siente que aún tiene fútbol en sus botas.
"Estoy en ese periodo en el que tienes que aceptar cosas, pero es complicado entenderlo. Sé que es ley de vida por la edad que tienes, pero mi mente me dice que estoy bien. Sé que no estoy para jugar 90 minutos todos los partidos, porque es difícil, pero también sé que estoy para algo más. Es una pelea interna que mantengo constantemente conmigo. He aceptado que mi papel es otro, pero ese punto de decir 'pues no' es lo que me mantiene vive", expresa antes de admitir que no es el jugador que fue en otros momentos de su extensa carrera como jugador de fútbol.
"Ahora tengo más visión de juego, te colocas mejor, eres más inteligente a la hora de participar y meterte por dentro... Son cosas que he ganado con la experiencia, pero es verdad que en otras fases de mi carrera era distinto. El uno contra uno o la velocidad se van perdiendo", recalca.
Lejos de tomar el contar menos en el Real Betis de Manuel Pellegrini con cierta tranquilidad, su esposa, Susana Saborido, explica que han pasado momentos malos con el fútbol, no solo en el presente.
"No suele estar triste, pero hay momentos en el futbol en los que no lo ha pasado bien. Yo con él ese tema lo he compartido siempre, porque se levanta cada día, entrena el primero, lucha como el que más... Hay momentos que no ha jugado y ha sido duro para la toda la familia, incluidas las niñas", sentencia.
Más allá de este momento de seriedad, Joaquín mostró su clásica simpatía e incluso sacó un regalo a Pablo Motos, quien prometió a su esposa regalarles un inodoro con chorro, algo que por el momento no tienen en su casa. Además, contó diversas anécdotas de su día a día familiar, recalcando que su hija Daniela lo pasa muy mal viendo los partidos del cuadro verdiblanco, ya que no puede controlar los nervios –menos aún si juega su padre–. Por cierto, el documental