Era, indiscutiblemente, la noche de Joaquín. Pero el portuense es tan grande como la afición del Real Betis, que dio no ya ejemplo, sino una rotunda muestra de su señorío, de una clase extraordinaria. En cifras (59.621 es una puñetera barbaridad) y en gestos. La mayor dosis de cariño fue para su capitán, el 'Eterno 17', que cuelga las botas y soltó las últimas lágrimas que le quedaban, tras un domingo emocionante en el que igualó a Zubizarreta, con 622 partidos, como el futbolista con más presencia en Primera división. Durante el 6-4 fueron todo risas, bromas, abrazos y alegría. Pero, en el minuto 57, a la sazón el 17 del segundo tiempo, le tocó marcharse. Ahora de verdad. No del club, porque, como Rafael Gordillo, Joaquín es parte del Betis y estará ligado a él como le dé la gana. Accionista de referencia, estandarte impagable y seguro que el mejor nexo entre consejo y plantilla.
Las imágenes de Betis TV, siguiendo al extremo en su salida del campo, en su abrazo emocionado con Susana, su mujer, con sus hijas Daniela y Salma... Encogía el corazón de quienes sienten en verde y blanco, pero de cualquiera que no sea un cacho de carne con ojos. Pero la emoción subiría varios grados de intensidad cuando vimos al deportista entrar en el vestuario, en silencio. Ni siquiera los gritos de fuera interrumpían un momento mágico que los espectadores siguieron en los videomarcadores. "Ea, se acabó", dijo el protagonista para romper ese mutismo ensordecedor. Y, para aquéllos que no entendieron el guiño en la portada del lunes al humor de Joaquín, inseparable de su persona, de showman y del futbolista, esa frase no tuvo ni pizca de gracia. La finta y el sprint, la clase a raudales, el torero con camiseta, el más grande que hayan visto estos ojos con las trece barras de cuantos salieron de Los Bermejales.
Pero el Benito Villamarín no tuvo sólo aplausos para 'Joaking'. Por supuesto, arropó a quienes considera suyos. La quinta de la Copa de 2005, un Denilson emocionado y olvidando el sobrepeso para hacer bicicletas y regatear a su sombra, porque tuvo que irse del Betis "por la puerta de atrás". Su pase a Oliveira para que Don Ricardo hiciera lo que sabe hacer como los ángeles; Assunçao, animado hasta por un soberbio Pepe Reina a marcar su último libre directo en Gol Sur; Edu Schmidt besándose el escudo... Tampoco se esperaba menos cariño para Sergio León, para un Bellerín que, si Dios quiere, estará de vuelta más pronto que tarde... Pero Jesús Navas tenía los ojos como platos al verse de verde y aplaudido. Sergio Ramos se rendía "a una gran afición, de las que marcan diferencias". Y Dani Ceballos. Serio como un luto, después de los pitos de las últimas veces, se quitó "la espinita clavada" con la que siente como su gente. Quién sabe si, ahora de verdad, este gesto puede ser clave. Calma.
Las instantáneas de una noche para la historia del beticismo.