Fekir, como Vinícius

El francés sufrió en el derbi su sexta expulsión (cuatro por roja directa) desde que está en España, mientras que el brasileño, que nunca ha sido excluido en la elite, fue en Vallecas víctima y verdugo del doble rasero arbitral

Fekir, como Vinícius
Nabil Fekir (en primer término) y Vinícius Jr (al fondo) acceden al campo durante el Real Betis-Real Madrid de la 21/22 en el Benito Villamarín. - Lince
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura

Tiene que aprender a corregir esa forma de proteger la pelota con los brazos, por mucho que en Francia se lo permitieran los árbitros o le buscasen los rivales menos que aquí, pero también a contener su genio cuando le dan un palo tras otro o le provocan (como Muniain el curso pasado). Seguramente esto último sea difícil al filo de la treintena, porque es su carácter, aunque está claro ya que, con el endurecimiento de la norma en cuanto a codazos y manotazos, está 'vendido'. Nabil Fekir sufrió en el derbi su sexta expulsión desde que juega en España (en 129 encuentros). En la Ligue 1 solamente lo echaron una vez (en 193 partidos), por pisar en el brazo a un jugador del Niza en la 16/17.

Aquí, le enseñaron dos veces una doble amarilla casi consecutiva en la 19/20 (Sánchez Martínez, por desconsideración, ante el Barcelona; y Gil Manzano, por lo mismo y una fea entrada a Albiol, contra el Villarreal, ambos en casa) y cuatro rojas directas (por dejar la plancha a Unai Vencedor en la 20/21 ante Medié Jiménez y la patada desde el suelo a Muniain en la 21/22 contra el Athletic y Mateu Lahoz, el manotazo a Demirbay en Leverkusen ese mismo ejercicio ante Anthony Taylor y el codazo al Papu del pasado domingo, de nuevo con el colegiado murciano a los mandos). Solamente la ocurrida en la Europa League y, como otras, por revolverse ante el juego sucio de los oponentes, le generó tres encuentros de suspensión (como al centrocampista del Bayer 04), teniendo suerte o acierto por parte de las alegaciones y recursos en los otros casos, cuando solamente se perdió el siguiente partido.

"¿Por qué siempre yo?"

Por su parte, Vinícius Junior ha tenido bastante más fortuna en ese sentido, porque sólo le echaron en la 18/19, cuando alternaba aún en octubre el Castilla con el primer equipo del Real Madrid. Tras un golazo de falta al Celta B, el extremo brasileño vio la segunda amonestación por fingir una caída, tras lo que se encaró con el colegiado y fue separado por sus compañeros, marchándose a los vestuarios, entre los pitos de la afición local, señalándose el escudo y preguntando a lo Cristiano Ronaldo: "¿Por qué siempre yo?". Ha sido la única vez, si bien se acordará toda la vida, porque no sólo lo excluyó de la siguiente jornada ante el Fuenlabrada, sino que tampoco pudo participar en el Clásico frente al Barcelona. Después, en 190 choques con los grandes merengues, sigue 'limpio'.

La comparación con Fekir no es baladí. Es cierto que uno juega principalmente en banda y otro lo hace por dentro; que el galo es zurdo y el carioca, diestro; que se llevan siete años... Pero coinciden en ser los principales referentes ofensivos y prácticamente de la competición, por lo que suelen ser frenados las más de las veces con faltas. Ambos están en el 'Top 10' en este apartado, aunque Nabil se ha perdido varios partidos por lesión y el último antes del Mundial, por sanción. De esta forma, a Vinícius le hacen 3,4 faltas por partido, siendo el líder, muy a su pesar, de una clasificación en la que el '8' del Betis aparece octavo, con 2,4. En otros ejercicios, estaban a la par en regates y en la leña que utilizan para pararlos.

Sin embargo, el brasileño vivió en Vallecas este lunes lo bueno y lo malo del doble rasero de los árbitros. Por ejemplo, Isi Palazón y Balliú agreden al atacante madridista sin ver siquiera amarilla, como Rekik en el derbi cuando golpeó con su cara en el rostro de Fekir, mientras que el ex de Flamengo gozó de la permisividad luego de Martínez Munuera, que permitió un careo en el que el bueno de Vini le dice que no le toque con mirada desafiante. Hasta en dos ocasiones tiene que llevárselo Carlo Ancelotti de la escena. Está claro que la protesta del merengue estaba fundada, harto ya de recibir golpes sin castigo, aunque tiene la posibilidad de expresar su queja y su frustración, incluso con gestos que otros valorarían como desconsideración o falta de respeto, sin ver una mísera tarjeta.